En su mano derecha lleva una pequeña libreta y en la otra un pedazo de dulce de alegría para saciar el hambre. Laura García corre de un lado a otro para tomar el tiempo de distancia que llevan los operadores del transporte público, cuyas unidades pasan junto al parque “Cri-Cri” en el circuito Adolfo López Mateos, en Cuernavaca.
Considera que su trabajo como checadora de “rutas”, que realiza desde hace 16 años, es relajante, un poco estresante y de alto riesgo, porque está expuesta a sufrir un atropello en cualquier momento; sin embargo, agradece haber librado los accidentes vehiculares, principalmente de particulares.
Laura empezó a trabajar en el sector transporte porque quería ver a sus hijos desarrollados en el ámbito profesional, luego de romper su relación con su exesposo. Hoy cuenta con orgullo que su hija terminó su carrera en pedagogía y su hijo ingresará a la licenciatura de enfermería.
“Cuando llega el Día del Padre mis hijos me felicitan, me dan un regalo por ser mamá y papá. Es un orgullo ver crecer a mis hijos, más a la altura que están llegando cada uno con su carrera; eso significa que todo el esfuerzo valió la pena”.
De su trabajo refiere que por la pandemia del covid-19, sus ingresos económicos disminuyeron hasta en un 70 por ciento, y aunque toma el tiempo a unos 200 choferes, no todos le dan dinero, ya que algunas Rutas, como la 14, contratan a sus propios checadores.
Trabaja de las 6:30 de la mañana a las dos de la tarde, y el resto del día lo aprovecha para estar con sus hijos. Por el momento, dice, seguirá trabajando, porque todavía tiene fuerzas y porque debe apoyar a su hijo con sus estudios universitarios.
En unos años planea abrir una cuenta de ahorro para en un futuro emprender un pequeño negocio.