Sociedad
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Marcha exploratoria

TXT Arq. Víctor Hugo Wido Martínez
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"Las ciudades tienen la capacidad de proveer algo para cada uno de sus habitantes, sólo porque, y sólo cuando, son creadas para todos".

Jane Jacobs.

Ya hace tiempo he mencionado la importancia de las marchas exploratorias en las intervenciones urbanas e insisto en que debe ser una metodología, atreviéndome a decir casi obligatoria en los procesos de intervención tanto arquitectónica como urbana.

Las marchas exploratorias se originan a principio de los años noventa en la ciudad de Toronto, Canadá. Son una metodología feminista, participativa y dinámica que, a lo largo de los años, se ha ido modificando y adaptando a los diferentes contextos.

La inquietud nace a partir de un grupo de vecinas que al estar hartas de la situación social y de seguridad en la que se encontraban impulsan la iniciativa de generar cambios en su barrio.

La dinámica consiste en visitas a pie realizadas por un grupo de personas, normalmente por vecinos adyacentes a un barrio donde radican, trabajan o realizan otras actividades. En su inicio se ponía el foco en detectar todos aquellos aspectos urbanos que afectan a nuestra percepción de seguridad o de inseguridad. Con el tiempo se han incorporado parámetros para analizar la calidad urbana de manera más global y, más allá, detectar cuáles pueden ser los motivos y como el diseño o la gestión del espacio público puede mejorar nuestra vida cotidiana.

A través de esta acción hemos visto cambios mucho más importantes de los que se pueden realizar en el trabajo de gabinete, hoy en día el nuevo urbanismo se debe ejercer en campo viviendo las experiencias de los diferentes tejidos sociales y solo así poder identificar las verdaderas razones que importan en el desarrollo del proceso creativo de un proyecto urbano-arquitectónico.

Una de las mayores impulsoras de la metodología sobre la marcha exploratoria es la activista sociopolítica estadounidense Jane Jacobs quien a través de su libro La muerte y vida de las grandes ciudades de América (The Death and Life of Great American Cities, 1961) estipula el funcionamiento de la ciudad a escala microscópica para, a partir de ello, extraer lecciones de cara a su planificación urbanística. También, la autora defiende como única garantía de barrio la mezcla de usos tipológicos, el fomento a la igualdad social y a la colonización de una sólida identidad de sitio.

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