La institución dio a conocer datos del trabajo de los Doctores Mario Henry Rodríguez, Vicente Madrid-Marina y Humberto Lanz-Mendoza, investigadores y directivos del Instituto Nacional de Salud Pública, que indica que el 90 por ciento de las muertes provocadas por citadas enfermedades infecciosas se deben al VIH/SIDA, tuberculosis, diarreas, paludismo, sarampión y neumonías. En países en desarrollo, distintos agentes infecciosos como los virus de papiloma humano y hepatitis B y C están relacionados con algunas neoplasias.
El citado comunicado da a conocer que “además de lo anterior, durante las últimas dos décadas han surgido o resurgido, cada vez con mayor frecuencia, infecciones emergentes (nuevas), reemergentes (aquellas que ya habían sido controladas con anterioridad) y resistentes a antimicrobianos, lo mismo que agentes inéditos, como el coronavirus causante del SARS, debido a distintos factores ambientales, ecológicos, demográficos, sociales y económicos, entre otros; pero, sobre todo, a que los agentes patógenos, en especial aquellos que afectan al hombre y a los animales, sufren continuas modificaciones genéticas como resultado de las presiones de selección biológica a la que se hallan sometidos, según lo explica el Doctor Celso Ramos, otro investigador del INSP.
Otras enfermedades infecciosas que afectan al ser humano y que recientemente han adquirido gran relevancia por su impacto en la salud pública son el cáncer cérvico-uterino, asociado al virus del papiloma humano (VPH); las hepatitis, la enfermedad de Lyme (borreliosis), la legionelosis (enfermedad de los legionarios), la rickettsiosis, la encefalitis de San Luis y las fiebres hemorrágicas causadas por arenavirus.
A nivel mundial, ocurren alrededor de 300 millones de casos clínicos de paludismo o malaria, y más de un millón de casos fatales, principalmente en África. En México, el paludismo ha sido una enfermedad persistente desde la década de los cuarenta, aunque, a través de diferentes estrategias de prevención y control, se ha logrado disminuir el número de casos. No obstante, otras enfermedades persistentes como la de Chagas, y aquellas infecciosas por hongos y parásitos como la leishmaniasis, la lepra y la oncocercosis, que han sido prácticamente olvidadas por los sistemas de salud, merecen especial atención, en virtud que la población las sigue padeciendo.
La resistencia de los parásitos y de los mosquitos a los medicamentos y a los insecticidas, respectivamente, pueden explicar en parte la persistencia de este padecimiento. Asimismo, el mal uso y la autoprescripción de antibióticos, lo mismo que el abuso de estos en la agricultura, han dado lugar a la aparición de resistencia antimicrobiana en una variedad de bacterias patógenas” señala el comunicado.
Dicho documento, que se dio a conocer como parte de la convocatoria que hace el INSP al XIV Congreso de Investigación en Salud Pública (CONGISP 2011), el cual habrá de celebrarse del 1 al 4 de marzo del presente año en la ciudad de Cuernavaca, señala también que “aunado a lo anterior, se han extendido enfermedades como la fiebre por virus del Nilo Occidental, la influenza, el cólera o el dengue, como resultado de dos nuevos y enormes desafíos: el cambio climático y el proceso de globalización en salud, los cuales ha favorecido la rápida diseminación de agentes patógenos potencialmente epidémicos.
Por el otro lado, actualmente se dispone de recursos muy poderosos y altamente eficaces para obtener información que permita hacer frente de manera exitosa a los brotes o epidemias de enfermedades infecciosas, en virtud de los avances conseguidos en materia de bioinformática, técnicas moleculares, secuenciación de ADN, proteómica y, de manera señalada, de desciframiento del genoma no solo humano, sino de diversos agentes patógenos.
En México, la epidemia de influenza A H1N1 que azotó a varias regiones del mundo puso a prueba la capacidad asistencial e investigativa del país en el campo de la salud pública, pero también aportó valiosos conocimientos sobre la magnitud, los determinantes y las consecuencias de la propagación de los agentes infecciosos en la evaluación epidemiológica y biomédica, así como en lo que se refiere a la planeación estratégica y la toma de decisiones con evidencia científica orientadas al desarrollo de políticas y la regulación de las enfermedades infecciosas, que es necesario compartir, analizar y profundizar”.