La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.
Eduardo Galeano.
En las grandes ideas de infraestructura urbana siempre ha existido la voluntad de imaginar, de imaginar aquellas ideas que tengan la convicción de trascender para un mundo mejor.
La arquitectura y el urbanismo ha sido, a través de la historia, el referente tangible del cambio social, pero también del imaginario colectivo y urbano de nuestras ciudades. Por lo regular, la arquitectura se percibe desde lo físico y visible que esta pueda ser. Sin embargo, la utopía nos abre la puerta para reflexionar la profesión desde la imaginabilidad, cuando la arquitectura todavía está en el tiempo de la ficción, coloquialmente conocido como el proceso creativo.
La arquitectura, en la mayoría de los casos, se ha enfrascado en los caprichos de su autor, pero en otras ocasiones ha sido la herramienta de impulso y prosperidad para el cambio. La historia de las ciudades ha sido la historia de las hazañas más espectaculares entre el poder adquisitivo de la polis y la mente brillante de algún arquitecto.
Este transcurso histórico ha dado la razón a la utopía urbana: hoy habitamos ciudades que en su momento fueron ideas impensables para desarrollarse.
Le Corbusier decía, “lo que les daba audacia a nuestros sueños era la capacidad de realizarlos” (Fernanda Canales, La utopía como modelo, p.16).
Los sueños son fruto de la imaginación y de ahí el principal referente urbano, Kevin Lynch, con su libro La imagen de la ciudad, un libro que transformo el ideal colectivo a través de la proyección de una imagen que, con palabras del autor, debe contener identidad, estructura y significado. El eje que simplifica esta estrategia la denomino imaginabilidad, o la cualidad para suscitar una imagen en cualquier observador, de forma tal que facilite la elaboración de una imagen mental del medio ambiente visible, estructurado y de gran utilidad, con el objetivo de generar identidad y estructura en el mundo perceptivo.
En la imaginabilidad del arquitecto se han plasmado grandes proyectos de infraestructura urbana que algunos han llegado a desarrollarse. Por mencionar uno está la tesis de Le Corbusier que describe en su libro “The city of to-morrow and its planning” un proyecto de ciudad futura y la que dio cabida a su proyecto de ciudad que jamás pudo construir “La ciudad radiante “en París, Francia, pero de la que partieron otros arquitectos, como el mexicano Mario Pani, que pudo implementar ideas rectoras del CIAM y particularmente de la Ciudad Radiante en México, específicamente en los proyectos del multifamiliar Miguel Alemán o el Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco, ambos en la Ciudad de México. Otros exponentes que destacan en el imaginario está el arquitecto húngaro Yona Friedman o el estadounidense James Wine con sus ideas de rascacielos para casas.
La utopía no soluciona las problemáticas de nuestras ciudades o de la sociedad, sin embargo, inspira a crear momentos y escenarios que de una forma u otra nos dan la pauta para diseñar el futuro.
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