“Las ventanas de las casas, incluso si la casa está destartalada, ¡siempre son hermosas porque las ventanas representan la luz!”

Mehmet Murat Ildan

La ventana, desde una perspectiva formal, es el elemento arquitectónico que da apertura a los edificios hacia el exterior y es el encargado de llenar el espacio de luz y ventilación.

Pero, ¿Qué hay más allá de ser una simple apertura? Las ventanas son los ojos de la arquitectura, pero también de la sociedad. Una sencilla apertura sobre un muro puede dignificar el espacio o, por lo contrario, rebajarlo a su deshonra.

Este elemento ha sido tan poderoso para la arquitectura que, en el pasado, escritores, sociólogos, artistas, arquitectos y científicos han escrito, pintado, analizado y diseñado por la fuerte importancia que llega a tener en nuestras vidas.

La ventana, aquel elemento que deja pasar la luz y enmarca el paisaje, el marco perfecto de una pintura, o ¿por qué no? el narrador de historias que cada individuo dirige en la mente al mirar el exterior.

Sin embargo, en estos días son puntos de reunión con vecinos y han llegado a ser la dinámica social de entretenimiento más compleja del barrio o, por el contrario, también nos pueden privar de la intimidad. 

La ventana nos da una clara referencia y escritura de la historia. La hemos visto pasar por el tiempo con sus diferentes altibajos y representaciones alrededor del mundo, desde la matemática simetría de la arquitectura renacentista hasta la absurda libertad de las transparencias de Mies van der Rohe en su arquitectura modernista.

Sin entrar a detalles teóricos o existencialistas, me gustaría cuestionar sobre qué más podría ser una ventana y yo les pregunto a ustedes ¿Qué otros usos o experiencias podrías tener con una ventana, más allá de ser un lienzo que cuenta historias, la expresión de una comunidad, el punto de reunión o el ego de algún arquitecto?