Antonio trabaja el cuero y la piel desde hace más de 35 años en Jojutla.
Jojutla. La producción en serie y mecanizada de las grandes fábricas ha dejado sin empleo a muchos artesanos y ha acabado con muchos oficios; uno de ellos es la elaboración de artículos de piel o cuero, que subsiste en las cabeceras municipales porque hay población rural que aún necesita algunos productos para sus labores cotidianas.
En los locales 41 y 42 del mercado municipal Benito Juárez, de Jojutla, Morelos se puede encontrar a Antonio Juárez Rosas, de 57 años de edad, originario de este municipio.
Tiene más de 35 años en el oficio de talabartero. Elabora artículos de piel y cuero con las manos y con herramientas fabricadas, en su mayoría, por él mismo.
Estudió la universidad y concluyo una carrera, pero le gusta el trabajo que realiza y de allí ha mantenido a su familia y ha dado carrera universitaria a sus hijos.
Antonio Juárez relata que cuando era joven en su casa tenían un taller de huaraches, conocía el oficio, pero tenía interés por fabricar otros artículos y en una ocasión se presentó la oportunidad después de que hizo con sus manos unos artículos para un caballo.
Con la práctica y con el tiempo, Antonio fue elaborando piezas cada vez más complicadas de cuero, baqueta, mapa, charol, materia prima que hoy en día consigue fuera de Morelos.
No hay objetos difíciles, en cuestión de minutos puede hacer un cincho, un fuste, un sudadero, unas polainas, rozaderas de pierna, fornituras, carrilleras, pero cuando se trabajan con pieles exóticas se debe poner más empeño en lo que se fabrica.
Antonio recibe pedidos de artículos personalizados y trabaja en ellos con especial atención.
Hay, sí, artículos que requieren más tiempo. Una de las piezas que más le ha costado, según relata, fue una silla de montar de piel exótica con herraje de metal. “Nos llevamos quince días trabajando en ella. Tuvo un costo de aproximadamente cuarenta mil pesos”.
También ha hecho trabajos para Pablo Hermoso de Mendoza Cantón, uno de los más famosos rejoneadores; también estuvo surtiendo a varios ranchos de Juliantla, Guerrero, como La Candelaria o el de Agua Salada, del crucero de Alpuyeca, Morelos. En el Estado de México le trabajó varios artículos a la familia Montiel.
Antonio trabaja el cuero y la piel en sus locales a la vista de todos. Sus manos son hábiles, fuertes, precisas en los cortes. Es muy interesante observar cómo de un pedazo de cuero va tomando forma una visera, un cinturón, una funda para celular, una funda para navaja
Hacer las cosas con las manos, bien hechas, durables, útiles, es algo que le produce mucho gusto y placer.
Jamás una pieza se parece a la otra, porque aunque se hacen con las mismas herramientas y el mismo material, hay pequeñas variaciones que le dan a ese artículo la característica de pieza única.
El artículo creado con las manos por alguien que sabe su oficio es identificable en su apariencia, en su corte, en sus costuras.
Lo que se te ofrezca, Antonio Juárez Rosas puede hacerlo, le gustan los retos y tiene gran experiencia en su oficio, se localiza en la sección de huaraches del mercado municipal Benito Juárez.
Un poco de historia
Antonio Juárez Rosas, talabartero que aprendió el oficio de manera autodidacta, es uno de los pocos artesanos que trabajan hoy en día con las manos y elaboran piezas únicas.
La mayoría de las cosas que usamos todos los días están hechas por máquinas y en serie. Esta tendencia se originó con la revolución industrial, según nos enseñaron en la escuela.
En la revolución industrial, que se inició en la segunda mitad del siglo XVIII y que concluyó entre 1820 y 1840, se vivió el mayor número de transformaciones económicas, tecnológicas y sociales de la historia de la humanidad desde el Neolítico. En tan poco tiempo la economía rural basada fundamentalmente en la agricultura y el comercio pasó una economía urbana, industrializada y mecanizada.
La talabartería consiste en la realización de artículos de cuero. El término está vinculado con el talabarte o cinturón que se usa para llevar un sable u otro tipo de arma blanca. Al individuo dedicado a su fabricación se lo conoce como talabartero, pero con el tiempo los productos se ampliaron y el talabartero fabrica monturas, aparejos y otros elementos que se instalan en los equinos.
De manera más amplia, el trabajo actual del talabartero incluye la fabricación de cinturones, billeteras, carteras, bolsos, boinas, llaveros, huaraches y otros productos de cuero.
Este oficio persiste, en contra de la industrialización en la vida del hombre.
Los historiadores aseguran que la talabartería ha estado presente desde antes que el hombre comenzara domesticar los caballos: hay evidencias de que las tribus aborígenes anteriores a los campesinos ya trabajaban el cuero y lo grababan con calor.
También se sabe que en el siglo I A. C. los antiguos romanos usaban monturas elaboradas por talabarteros. Algunos investigadores afirman que los nómadas de Asia fueron los primeros en crear sillas para montar.