¡Sí pues! (aclama nuestro "compa" lanchero del bellísimo puerto) ¡que chille la mosca! grita el acapulqueño. "Las tres" les "corro" desde esta prestigiada "casota" editorial, y conste que ya no me atizo, pero la metáfora emprende "en vivo" y "arrancando" sin llaves. No necesitamos psicotrópicos y me jacto en reconocer y reiterar los graves daños que las drogas ocasionan. Es un hecho consumado, cuates lectores, que nos ha alcanzado la violencia producto de ella. Sin duda está muy involucrado el tema de las drogas. ¡Me cae que sí! ¡agujetas! porque en dos, tres "chantes" ya hasta es costumbre colgar el moño negro hoy en día. Tengo en la cartelera de hoy un tema que a todos "acalambra". Hay que decirlo, diversos sectores de nuestra sociedad están viviendo al rojo vivo la violencia, muy de cerca llegan los rafagazos.
De puritito "coto" le voy a hacer una breve "listita" de los flagelos que traen de cabeza a nuestra sociedad actual. La pandemia sin duda que ha repercutido brutalmente en la economía mundial, y Morelos no es la excepción, la ubicamos en el primer casillero, en el carril de alta la disidencia entre sociedad y gobierno por diversos temas ¡ya sabanas! Entre ellos la falta de agua, paralela al tema de inseguridad y obvio no falta el borracho y celotípico esposo que le deja caer a diario la zapatería a la codependiente esposa, novia, pareja, que usualmente se pone de tapete frente al monstruo que más de dos veces a la semana llega flameado. Por ahí también hay dos tres "pajuelas" que abandonan de plano a sus chiquitines al borde de la calle y, si le damos una repasadita a las cifras de violencia intrafamiliar nos da hasta escalofrío.
Se han perdido de tal forma los valores que las chiquitas "ye ye" creen que ya la armaron casándose con el primero que les hable bonito y los machines en la búsqueda -como siempre- de la princesa amanecer, y que quede claro no puedo generalizar, existen también excelentes madres que sacan adelante a sus hijos sin necesidad de depender del monstruo en cuestión. Muchas lo que buscan es salirse del cantón con el pretexto de que encontraron al "bueno", que además de forma implícita les va a resolver la economía a todos y cada uno de los integrantes de la familia Pirinola. "La real", su majestad, es que la ley establece que la pareja debe permanecer como mínimo un año, de no ser así no se pueden "chispar" (separar).
Otra arista de la violencia la sufren muchísimos adolescentes que por falta de orientación sienten que no encuentran la brújula por ningún lado y acaban dándole "fleet" al primer estupefaciente que les ofrecen.
Cuando menos esperan los padres, el jovencito ya le está "pegando" (consumiendo) con singular alegría a la "mona" (droga inhalante) y para complementar el dantesco cuadro inspirado en la violencia añádale, mi lector, la auténtica y precaria inestabilidad económica que viven la mayoría de nuestros compatriotas, que sin temor a "flatulearla" supongo que influye evidentemente en el estado anímico de cualquier ser humano, que se desvaloriza al darse cuenta que no trae ni para "envenenarse".
Por otro lado, la falta de solidez en las relaciones de pareja, junto con la falta de compromiso, genera que aquello que en su momento fue "amor dulzura" se acabe convirtiendo en un verdadero infierno.
Sin temor a equivocarme, cuando decae la economía en cualquier hogar, "ojos morados" y rasguños" es lo único que queda, a mi consideración después de tan devastada economía.
Dejando el fatalismo a un lado, propio de esta mafufa y pacheca crónica, sobre el cada vez mayor clima de incertidumbre que estamos viviendo actualmente, todos escuchamos sobre el "rescate de valores".
Dos tres batos en la radio que se escuchan "huecos" (sin credibilidad) nos hablan de ello sin ningún resultado.
El punto es que cada quien desde su trinchera empiece a cambiar. Como dicen, poco a poco se va lejos, y otra no menos importante es que ¡no nos acostumbremos a la violencia, brothers! Evitemos el conflicto, en alguien debe caber la cordura. Como decía mi "cabecita de cebolla", que en paz descanse: evitemos las zonas de mayor peligro, cuidémosnos los unos a los otros, denuncie, coopere. De otra forma estamos siendo cómplices de quienes ejercen la violencia. Ojalá que de algo haya servido lo que hoy su humilde y mafufo escritor pretendió transmitirle. Hasta la próxima