Desde hace mucho tiempo he sentido un profundo interés por los estudios, hablando del proceso creativo de un proyecto arquitectónico.
Por supuesto, me gusta la construcción y la finalización de la obra, pero por alguna razón he estado atraído a los estudios. Me agrada la sensación de indeterminación que existe al momento de proyectar, me fascinan los resultados que surgen de los bocetos, de la clasificación de la información, las maquetas de trabajo, la investigación, los dibujos de planta, perspectivas, entre otras cosas.
Al decir esto suena fácil, sin embargo, al hacer estudios hay momentos de arduo trabajo y mucha angustia. Hay situaciones donde no importa cuánto tiempo has trabajado o estudiado. Simplemente las ideas no llegan; puedes dibujar y analizar una idea cientos de veces sin ir a ningún lugar. Hacer estudios puede parecer complicado y sin sentido para muchos colegas, al punto de mejor no realizarlos. En mi caso es lo contrario: cada proyecto pasa por un minucioso estudio del que al final el resultado se materializa en la forma de un edificio. Entre más estudios se analicen, mejor será la arquitectura.
He realizado estudios desde que era estudiante de arquitectura, nunca me quedaba con la famosa “inspiración divina” que nace del talento y resuelve la arquitectura de la noche a la mañana. Simplemente no podría y a mi parecer es poco profesional.
Todos los días despierto y viajo a la oficina para llegar y seguir analizando lo que se necesita de cada proyecto. No importa que tanto realice, o que cansado o harto esté, yo jamás pensaría en dejar de hacer estudios.
En algún momento llegué a comentar que la “arquitectura no es arte”, entrando en debate con varios colegas, pero mi comentario se refería a que la arquitectura se apega más a la ciencia y no al arte, gracias a los vastos estudios que se necesitan para llegar a desarrollar un edificio, cosa que no sucede en el arte. Además la arquitectura no debería ser egoísta e individualista como el arte. La arquitectura, a mi forma de ver, es un trabajo social y en equipo.
Cada proceso es diferente en cada arquitecto y es por eso que este artículo lo enfoqué a describir una parte personal en mi quehacer diario, sin caer en discursos que contradigan a otros colegas. Simplemente es el proceso que más me apasiona y rige mi trabajo, porque desde mi perspectiva la arquitectura es el resultado del trabajo duro y no de una idea espontanea.