Siguiendo a Borges -“Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído”- muchos escritores mexicanos dicen leer más de lo que escriben, pero, ¿qué tan cierto será?
Opino que es una falacia, un pretexto para justificar su escasa obra y su arrogancia. He conocido a bastantes que dicen eso, pero a poquísimos que lean “mucho”. No quiero ser insolente, así que reflexionemos y hagamos cuentas:
Leer es bueno, cada lector es su propia medida y que a nadie le extrañe un alto nivel de lectura en cualquier escritor. Un día escuché que cierto mexicano leía dos libros al día… porque no tenía más tiempo debido a sus compromisos sociales. Serían 730 libros por año. Nunca conocí escritor que leyera eso, aunque sí a bibliotecarios y libreros, que no escriben.
En las tertulias de cualquier ciudad los escritores presumen sus lecturas como trofeos. Casi puedo escucharlos: “Terminé el Ulises”, “Volví a leer todo Rulfo”, “Me desvelé leyendo Rayuela de otra forma”, “Ayer tuve cita con Bukowski y no dormí”. Y además reparten: “Si no has leído Paradiso de Lezama Lima estás en pecado (sic)”, “Les recomiendo que revisen sus lecturas de literatura croata” o “Lean a Alejo Carpentier, pero solo la edición de la Unesco”.
Todo esto es presumir y sentirse leído y culto al evidenciar lo consumido recientemente, en una pose de dar cátedra en la Universidad del Mamador Literario. Dichos enfoques incluyen posturas como dar lecciones sin que nadie lo pida, hablar del libro más extraño comprado en la librería menos conocida o mirar con desprecio a los interlocutores por ignorantes, solo por no tener el privilegio de leer “tanto” como el gran escritor (que por lo general solo ha publicado un librito de cuentos o escribe alguna columna semanal… o sea, esta no, otra).
Un libro breve tiene 200 páginas (unas 40,000 palabras); podría leerse en unas ocho horas (ni poco ni mucho); de leer una hora diaria, en ocho días se termina, para alcanzar unos 3.8 por mes y hasta 45 por año.
Otra medida es la semana: el año tiene 52; si se lee un libro por unidad, se terminarían 52 libros. O puede pensarse en leer libros más breves, al ritmo de uno cada tres días, para 121 anuales, lo que lee un estudiante universitario de buen rendimiento.
En algún extremo podrían leerse tres libros diarios, lo que casi implica no hacer nada más y rebasar los mil libros anuales. Pero, ¿para qué leer tanto o tan poco? Los escritores leemos —según yo— porque es parte del oficio, pero no veo como una obligación leer “más que otros” ni presumir lo que se lee como una actividad literaria.
Todos leemos, más o menos, libros u otras publicaciones, pero más que de los libros, los artistas nos basamos en la realidad, en la actualidad, en el día a día para hacer nuestra obra, porque, si no, podríamos caer en el preciosismo o en la falsedad, como esos poetas que nomás leen la Biblia y luego escriben aburridos versos monacales o los eternos becarios.
En México se leen 3.7 libros por año por persona, esta cifra se incrementó casi 30 por ciento desde 2006. ¿Pesimismo, optimismo, realismo? Como quiera verse, algo pasó y se lee más. Bastante tiene que ver con la actividad de los escritores, lo que comprueba que el papel del autor está más en generar lectores que en considerarse el mejor de todos ellos.
Mi meta, más que leer, es escribir y publicar mis libros. Quizás no leo mucho, poco más de 100 libros cada año, más las obras que edito, en fin. Hay autores que leen harto, pero, ¿alguien recordará lo que leyó un escritor o será que la gente —malagradecida— solo lo recordará por sus libros escritos y publicados?
¿Tú cuánto lees? Una meta sencilla es: leer un libro más que el año pasado y ya es bastante.
Nos vemos la próxima semana en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a donde, por cierto, más que a comprar libros, voy a vender algunos míos, entre la expo y la Francachela Filemona, en actividades alternas. Gracias.