Por la pandemia tuvo que pedir un préstamo.
Edward Jiménez, quien trabaja como checador de rutas desde hace 24 años, afirmó que por la pandemia también ha tenido que realizar trabajos de albañilería, porque sus ingresos económicos disminuyeron tanto que a veces con mucho esfuerzo reúne 120 pesos.
Su jornada laboral -dijo- es de seis horas y en ese lapso se encarga de registrar el tiempo de diferencia que hay entre un operador y otro de diferentes organizaciones del transporte público. Sin embargo, no todos los choferes a los que informa le dan propinas.
Por esa situación, cuando empezó la emergencia sanitaria solicitó un préstamo de diez mil pesos y meses después pidió otro de cinco mil pesos, debido a que sus ingresos como checador de rutas no alcanzaban para solventar los gastos en su casa.
Además, señaló, con el dinero que obtiene al día compra bolsas de dulces para los operadores, que a cambio le dan entre 50 centavos y un peso.
Sin embargo, a decir del checador, algunos choferes cierran sus puertas o se cambian de carril para no darle propina y también para no subir a los adultos mayores de 60 años de edad, quienes pagan la mitad del pasaje.
“Hay muchos (operadores) que son déspotas, pasan con las puertas cerradas; son muy groseros con la gente mayor y pasan como locos para no llevarlos porque les tienen que hacer descuentos”, expresó.