Editar libros es dar belleza a la inteligencia… o a la estulticia. El trabajo del editor no es decir si un libro es bueno o malo, sino encontrarle un público a las obras que trabaje. Pocos títulos serán un éxito comercial, la mayoría se quedará en la medianía de unos cuantos lectores, son los gajes del oficio, las condiciones del asunto.Es conocida la fórmula “por cada veinte libros, uno será exitoso”, pero nadie sabe cuál será el campeón. Todos tienen la misma calidad y fueron trabajados con esfuerzo, entonces, ¿por qué solo uno triunfa? Es simple: podemos intentar predecir el gusto de los lectores, pero pocas veces acertaremos.
De ahí que la ausencia de críticos literarios en México sea un problema mayúsculo. De haber críticos (serios y profesionales, no intelectuales de pacotilla que ni leen nada), editores y lectores tendrían referentes más claros. Asimismo, los escritores conocerían las tendencias reales y no se fiarían solo de lo que dijera su editor, siempre en claro conflicto de intereses. En los libros sí hay modas, pero —valga la analogía— los editores no son los modistos, sino los técnicos que maquilan loslibros, muchas veces con los ojos clavados en los costos, así que, además,lo hacen con poca perspectiva.
He visto triunfar (por así decirlo) más a editores arriesgados, que no pretenden subirse al tren del mame de la supuesta actualidad de la literatura nacional y que tampoco son partidarios de seguir engrandeciendo banalmente dos o tres mexicanos multipremiados (casi siempre hombres y funcionarios públicos), sino que publicana autores atrevidos, que, con creatividad y en los límites del buen gusto y la decencia, proponen libros novedosos, escritos sin becas y que nadie conoce antes de publicarse (lo que sí sucede con muchos concursos).
No hay fórmula del éxito editorial en nuestro país bananero, pero, ¿quién dijo que todo está perdido? Como ya he dicho, las posibilidades en un medio sin controles son amplias, infinitas quizás.Freno mis divagaciones y me enfoco en reflexionar acerca de lo que —desde mi limitada perspectiva— hace falta trabajar en la edición en México:
· Proponer criterios sobre lo que podría ser reconocido como un “libro mexicano” (esta idea se la tomo prestada a Fatna Lazcano de Fara Ediciones).
· Una base de criterios editoriales más eficiente, mediante consenso del gremio, quizás una serie de manuales (literatura, academia, ciencia, derechos, texto…)
· Que se estandaricen y se conozcan mejor los procesos de producción de libros (asombra la ignorancia que impera en el medio).
· Estandarización de procesos, pesos, medidas, materiales, herramientas, canales de venta, metodologías y todo lo que se pueda, de forma universal, para la industria editorial, desde los autores hasta los libreros de viejo.
· Profesionalización de todos los participantes del Circo Editorial de los Hermanos Fuentes Rulfo en el país.
· Crear nuevos sistemas de comercialización de libros, con opciones mixtas, desde la venta con autores, hasta la distribución institucional, pasando por todas las posibilidades (audiolibros, impresión bajo demanda, antologías didácticas, e-book…).
· Aumentar la capacitación en marketing editorial hormiga (dejar de vender humo y enfocarse en pequeñas acciones eficientes).
· Empoderara los autores en todos los sentidos, para que se comprometan con la industria, trabajen con más eficiencia, hagan equipo y escriban mejor.
· Canales de colocación (no venta) de libros pagados con impuestos, como enviarlos a comunidades alejadas o trabajar con públicos marginales.
· Fomento editorial con dinero y no solo con saliva, pero sin dictar línea editorial (casi siempre intelectualoide) desde el gobierno.
· La creación de revistas especializadas en crítica, edición, impresión, librerías y comercio del libro.
· Becas para cursos de edición a interesados en hacer carrera en la edición.
· Concursos abiertos de productos editoriales.
· Que las bibliotecas inviertan más en novedades, aunque carezcan del brumoso e inconveniente ISBN mexicano.
Me he preguntado por qué pertenezco a una escena tan extraña, mientras que otros ámbitos artísticos, comerciales o industriales marchan con más claridad y normas oficiales. Hasta ahora solo puedo esbozar algunas excusas: a) falta autoestima, b) prevalece aún el pensamiento blanco, manejado por ciertas familias y apellidos, c) es precario casi todo en el gremio, d) somos acaso unos adolescentes editoriales. ¿Tú qué opinas?
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