Sociedad
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El escritor y la paz


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Para Lilián Méndez

No hay camino para la paz, la paz es el camino. No hay cultura de paz, la paz es la cultura. No tendrás paz si no hay guerra. El camino para la paz es la batalla. Nadie gana la paz sino perdiendo una guerra. Quien gana una guerra pierde la paz. A la paz paz y a la guerra guerra. No hay paz para el camino, la guerra no es camino, la paz no es guerra, la guerra es guerra, la paz no es paz, la guerra no es paz… Ya me cansé. No de escribir estas frases, sino de escucharlas. Desde niño oí en casa, en los medios, en la calle frases matonas por la paz, en especial después de que en los noticiarios aparecieran noticias de guerras: los Balcanes, la Guerra del Golfo, la de las Malvinas, la Guerra Fría, la Guerra Caliente, la Guerra Sucia, la Guerra limpia, la Guerra de Allá, la de Acá, la de acullá… hasta la Guerra de los Sexos. Los adultos antes de que yo llegara disfrutaban mucho de hacer la guerra, para luego hablar de la paz y lanzar palomas entrenadas al viento en plazas públicas llenas de pobres y de funcionarios públicos, que lloraban de hambre o por puro compromiso, mientras veían a la paloma volar hacia una libertad que ellos jamás alcanzarían.

La paz, en este mundo, es sobre todo una linda palabra, monosílaba, por cierto, femenina y cursi (no cursi por femenina sino además de ello). Y tiene un plural bastante ridículo: las paces, como si una paz (utópica, claro) no fuera suficiente, las muchas paces posibles: la mía, la tuya, la vuestra, la paz de todos, las paces del mundo pacífico y pacifista donde abunda la paz: o sea, la paz que no existe en un mundo donde no hay paz. Pero no me malinterprete (cual político bruto), no quiero decir que me guste la guerra y que odie a la bonita paz: amo la paz, no me gusta la guerra, pero soy realista y si tuviera que amar lo que más hay sería el conflicto, para acostumbrarme quizás y no padecerlo tanto; bajo esa lógica, debería odiar la paz, tan escasa y complicada, ¿no crees? ¿Tú qué opinas? ¿Cómo has acomodado esos conceptos en tu mente, en tu casa, en tu cuerpo, en tu familia?

También nos dicen que debemos construir la paz… los mismos adultos rijosos, pues. Insisten en que los caminos para la paz nunca deben limitarse, que las puertas de la paz deben estar abiertas, que la guerra debe ser erradicada de nuestras vidas, del vocabulario… hasta hay sistemas que han eliminado la guerra de la historia que enseñan a los más pequeños, quizás así no la vean ni la descubran y acaso no repitan los ejemplos milenarios de matarnos los unos a los otros.

Ignoro por qué hay guerra, aunque tengo mis ideas. A ver: el ser humano, esa tremenda plaga, tiende hacia su destrucción desde hace un tiempecito, pero, aunque con el tiempo todos moriremos, solemos ayudarnos los unos a los otros con una balita de por medio, con una bomba, un misil, un puñal, una canción de reguetón. Autodestrucción insisto, ese es el punto. Pero, ¿por qué eliminamos lo único que tenemos de verdad, nuestra mundana existencia? Por ignorancia, claro, pero esa palabra no es tan bonita, no se canta, no rima. Si acabamos con la ignorancia podremos construir la guerra, digo, la paz, sí, la paz… Aquí mi intento de frase para el tema de moda (desde hace siglos).

Me cuesta trabajo escribir de la paz, es cierto, lo ves con claridad. Sufro un poco y me hago el dramático, y hasta hipócrita me veo porque soy parte de lo que acuso, cuando juego con las palabras. Pero sucede que me duele, claro que sí, aunque no por eso desisto. Ya hablando en serio, creo que sí hay oportunidad para hacer la paz y es por medio de la espiritualidad, desde el amor profundo de nuestro ser, siempre que queramos verlos y no salgamos huyendo ante su manifestación. La espiritualidad del hombre, su fin último según yo, es la única esperanza que tenemos. Así sea. Gracias.

#danielzetina #unescritorenproblemas #literaturaypaz

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Daniel Zetina

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