La música no solo es un lenguaje universal, también es capaz de despertar emociones, sensaciones, e incluso mejorar ciertos aspectos, como la concentración.
Este sentimiento afecta a todo ser vivo desde tiempos inmemorables en todas las épocas y civilizaciones y ha existido de una forma tan particular de expresión, mostrando variedad de géneros y estilos.
Los seres humanos acuden a la música por distintas razones, ya sea para buscar un sentimiento abrumador, buscar un lugar donde pueda desbordarse libremente, tranquilizarse en momentos desesperados.
Un buen ejemplo de que la música es un lenguaje universal son los recién nacidos, ya que estos solo tienen respuestas límbicas (perciben tono y ritmo de la voz materna, distinguen diferentes escalas y acordes) a la música y a partir de los seis meses, los bebés pueden distinguir cambios específicos de una melodía, al alternar el tiempo o transportándola a otro tono, que ya habían escuchado antes.
La música tiene la capacidad de provocar respuestas emocionales, estas pueden ser positivas o negativas y con distinta intensidad. Las respuestas positivas inducen conductas de cercanía y las negativas conductas de retirada.