Ya es oficial, el Gobierno de México emitió un comunicado que prohíbe la venta y comercialización de vapeadores y cigarros electrónicos por su alto riesgo a la salud.
Se tiene la creencia de que estos artículos son menos nocivos para la salud y más responsables con el medio ambiente que los cigarros convencionales. Eso ha popularizado su consumo en la población joven del país, pero esta es una idea errónea. A pesar de no tener los mismos efectos que el cigarrillo afectan de distintas maneras el cuerpo humano (lento desarrollo cerebral, dificultad para respirar, lesiones pulmonares irreparables, adicción a la nicotina a temprana edad, entre muchos más). Además, cada pila en uno de estos “vapes” puede llegar a contaminar hasta 600 mil litros de agua con químicos como mercurio y litio.
Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, afirmó que los vapeadores son un peligro para los adolescentes en México y no ayudan a dejar de fumar. Además, según el Inegi, en Morelos el 10.9% de la población adolescente es fumadora; esto se traduce en alrededor de 22 millones de adolescentes (porcentaje más alto que la media nacional).
Si bien el tema de la prohibición no podrá frenar el consumo y la comercialización de estos productos en el país en su totalidad, como ocurre con sustancias que han sido ilegales por muchos años (cannabis, por ejemplo), está en nosotros la decisión de elegir una vida más saludable y responsable con el medio ambiente para evitar su consumo. Habría que pensarlo dos veces y recordar que quienes asumiremos la consecuencia de esta decisión somos nosotros. Estamos a tiempo.