La institución informó que de acuerdo con los resultados del Censo de Población y Vivienda 2010, siete de cada diez mujeres de 15 y más años (72.7%) han tenido al menos un hijo nacido vivo.
De las jóvenes de 15 a 19 años, el 12.5% ya ha tenido descendencia; esta proporción aumenta al 57.1% en las de 20 a 29 años; es del 88.7% en las mujeres de 30 a 49 años y en las de 50 y más años de 93.6 por ciento.
Del total de mujeres de 20 a 29 años con hijos nacidos vivos, el 81.2% tiene a lo más dos; en tanto que poco más de dos quintas partes de las mujeres de 50 y más años (46.0%) registraron cinco hijos o más.
Los niveles de la fecundidad están estrechamente relacionados con la escolaridad y la participación social y económica de las mujeres. Conforme a los resultados de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2009 (Enadid), para el trienio 2006-2008, la tasa global de fecundidad en Morelos indica que las mujeres tienen en promedio 1.9 hijos durante su vida fértil, dato por debajo del reemplazo generacional.
En el país, al igual que en el estado de Morelos, los programas de planificación familiar han permitido que parte de la población tenga acceso a medios para limitar o espaciar su descendencia acorde a sus preferencias. El uso de métodos anticonceptivos es uno de los medios con el que cuentan las mujeres para cumplir con sus expectativas sobre el ideal de hijos que esperan tener a lo largo de su vida reproductiva. El porcentaje de mujeres en edad fértil que utilizan un método anticonceptivo es del 51.8%; de éste, el 59.6% lo utiliza para no tener más hijos y el 34.3% para postergar el embarazo, el resto lo utiliza por otros motivos que incluyen indicaciones médicas.
De acuerdo con los resultados de la Enadid 2009, la edad media al primer hijo de las mujeres en edad fértil es de 21.2 años.
La fecundidad adolescente es de particular interés debido a las condiciones biológicas, sociales y económicas en las que se producen los nacimientos en esas edades, que suelen implicar alto riesgo y complicaciones durante el embarazo e incluso la muerte tanto para la madre como para el producto. Según los registros administrativos, hubo 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años de edad en el trienio 2006-2008.
Dicho informe señala también que “la escolaridad incide en los patrones reproductivos de la mujer, las que tienen mayor escolaridad son las que generalmente prolongan más la concepción de su primer hijo o bien amplían el intervalo entre uno y otro. Concebir hijos a temprana edad reduce la probabilidad de seguir estudiando. Al abandonar sus estudios, las mujeres limitan sus oportunidades de conseguir un trabajo formal, que les brinde las prestaciones que la ley otorga y la expectativa de seguir desarrollando sus potencialidades con el propósito de ascender y mejorar su calidad de vida con mejores ingresos. Conforme a los resultados de la muestra del Censo de Población y Vivienda 2010, sólo 5.1% de las mujeres de 15 a 29 años con hijos nacidos vivos de edad asisten a la escuela”.
En general, las mujeres de 15 años y más con hijos nacidos vivos tienen un promedio de escolaridad de 8.2 años, lo que equivale a segundo grado de secundaria; este valor se encuentra poco más de dos años (2.4) por debajo del promedio observado entre las mujeres que nunca han tenido hijos.
En la actualidad, las condiciones económicas marcan pautas donde las mujeres con hijos se insertan al mercado laboral con el propósito de tener un ingreso que complemente al de su cónyuge u otro miembro del hogar, o bien, sea la única fuente de manutención para ella y sus hijos. La información de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) muestra que al segundo trimestre de 2010 la tasa de participación económica de las mujeres de 14 y más años con al menos un hijo nacido vivo es de 46.3%; esta tasa aumenta a 65.0% entre las madres solteras y a 53.8% para las alguna vez unidas (separadas, divorciadas o viudas).
Conforme al tipo de trabajo que desempeñan, una de cada tres mujeres ocupadas y con hijos (32.3%) es comerciante, más de la cuarta parte (28.2%) es trabajadora en servicios personales y una de cada diez (11.8%) realiza actividades industriales o artesanales. Una de cada cinco (18.7%) trabaja más de 48 horas a la semana y cuatro (72.3%) no tienen acceso a las instituciones de salud.