Tuvo que endeudarse para solventar sus gastos médicos.
Aunque su trayectoria como operador del transporte público es de 30 años, Kanet Garduño Guzmán lamenta que no cuenta con seguro social y que su patrón lo deja a su suerte cuando se enferma, como ocurrió hace unos meses que se contagió de covid-19.
Dice que ni en los meses más críticos de pandemia dejó el volante y, aunque todos los días usaba el cubrebocas y en la base lavaban y desinfectaban las unidades, no se salvó del virus y, además, contagió a cuatro integrantes de su familia.
Kanet sospecha que se contaminó durante su jornada laboral y aunque los pasajeros no le decían si estaban enfermos, señala que pudo ver a varios toser constantemente.
Posteriormente empezó con fiebre y al séptimo día tenía dificultades para respirar, de manera que sus familiares lo llevaron al hospital general de Cuernavaca, donde estuvo hospitalizado por 15 días.
“Me sentía muy mal porque no podía respirar y con esfuerzo alcancé a salir de las escaleras de mi casa; mi hermana me esperó en la calle y cuando llegué a la camioneta se me acabó el aire, me llevó al Parres y ahí me atendieron y afortunadamente salí”.
Pese a esa situación, Kanet aseguró que le gusta su trabajo, pues gracias a los ingresos que obtiene en la “ruta” ha logrado mantener a su familia. Sin embargo, considera que los operadores deberían contar con seguro social, porque -en su caso- tuvo que endeudarse para solventar sus gastos médicos.
A raíz del contagio -apuntó- dejó el volante por casi tres meses y pidió un préstamo para cubrir los gastos en su casa.