La esquina de las calles Allende e Hidalgo en el centro de Coyoacán es un lugar con mucha historia. Por mencionar una, fue en esa esquina donde una pareja llegó a vender periódicos a pie de banqueta en 1908, ganándose con el tiempo la simpatía y fidelidad de sus clientes. Doce años después, en 1920, sus descendientes María de la Luz Mondragón Vicenteño y José Isabel Jiménez Romero solicitaron un permiso, el cual les fue concedido por el Presidente Municipal de Coyoacán, en aquel entonces Don Francisco Hernández Colosia, otorgándoles la Boleta de Registro no. 1 para que se instalaran formalmente en un puesto de periódicos, dando así origen a toda una institución cultural y comercial bien establecida y con una muy bien ganada reputación a base de trabajo y esfuerzo. No cabe duda de que este puesto ha sido un sitio emblemático de Coyoacán tanto por su antigüedad, como por ser un espacio promotor de la lectura desde la niñez de muchos parroquianos.
En la actualidad pertenece a Luz Lozano, sobrina del señor Alfonso Estrada, quien desde hace varias décadas se dio a la tarea de hacer la memoria gráfica y documental de su familia, y a la par, hacer una memoria gráfica de la ciudad de México, algo sin precedente. Lo que comenzó como un hobby se volvió una pasión, por lo que ha sido llamado y considerado con justa razón “el cronista gráfico de Coyoacán”, gracias al nutrido acervo fotográfico que ha reunido y que, aunque guarda celosamente, lo comparte con generosidad a través de las múltiples exposiciones que ha montado a lo largo de los años, así como a través de su página de Facebook “Historia de Coyoacán” y de su activa participación en el grupo “Por amor a Coyoacán”.
La familia Estrada ha prestado por 114 años ininterrumpidos un servicio a la comunidad coyoacanense y a sus alrededores. El pasado 5 de marzo se cumplieron 102 años de la instalación del puesto con el permiso número 1 para la venta de periódicos y revistas en toda la zona.
Sin embargo, el pasado 3 de junio, el establecimiento de la familia Estrada fue arbitrariamente removido como parte de las modificaciones en la vía pública que la Alcaldía está realizando y fue reubicado sobre avenida Hidalgo en un punto en el que resulta en extremo peligroso por ser área de descarga. Los funcionarios de cada periodo gubernamental han querido remozar Coyoacán sin éxito. Basta con que recordemos que en 2010 quisieron remover las piedras braza de la Conchita y de otras calles que conservaban el viejo empedrado para sustituirlas por adoquín, en lo que podríamos llamar un despojo con fines turísticos para que la zona sea aparentemente más transitable. Un encabezado de El Universal con fecha del 23 de mayo, afirmaba: “Coyoacán inicia programa de reordenamiento para preservar valor histórico”, lo cual, es totalmente falso, si consideramos la arbitrariedad con que están llevando a cabo estas modificaciones, ya que en lugar de preservar el patrimonio cultural lo están desvirtuando. Qué gran rescate de la cultura está emprendiendo el alcalde Giovanni Gutiérrez si a la familia Estrada, que por cinco generaciones ha contribuido con su labor de difusión de la palabra impresa haciendo que ésta circule entre los pobladores, la está despojando de esta manera del lugar de trabajo que por derecho le pertenece.
Todo este plan de “rescate” y transformación que las distintas alcaldías ha venido realizando desde hace algunos años a través de la contratación de diversas empresas con fines turísticos y de “embellecimiento” ha permitido una serie de cambios que en realidad pasan por alto todo respeto al patrimonio y conservación de la memoria histórica de Coyoacán, como es el caso concreto de este importante puesto de revistas.
Hasta el momento, no ha habido ningún pronunciamiento por parte de la Alcaldía; sin embargo, en las redes sociales han aparecido certeros mensajes alusivos a esta deplorable situación. “Cuando las autoridades no tienen historia, raíces ni identidad coyoacanenses —como dice don Alfonso Estrada—su ignorancia sale a flote.”
Desde aquí, enviamos nuestro apoyo a don Alfonso Estrada —y a su familia— y nos pronunciamos en contra de esta insensible y equivocada decisión de las autoridades de Coyoacán, que lejos de mejorar el entorno urbano, atenta contra él y sus tradiciones con fines meramente comerciales.