A sus hijos los impulsa a seguir en la escuela.
“Antes de empezar a trabajar en la combi, mi trabajo era el campo; me dedicaba a sembrar y a vender y todavía lo hago, pero ya es menos. Por ejemplo, la pandemia no me afectó mucho porque dejé el carro por más de un año y me puse a sembrar maíz para vender elotes”, asegura Samuel Castro Macedo, operador del transporte público.
Con 28 años como trabajador del volante, admite que su actividad es un poco estresante, pero no lo deja porque tiene tres hijos que dependen de él y su deber como padre es apoyarlos para que terminen una carrera universitaria.
Aunque Samuel no pudo continuar con sus estudios, desde pequeño se imaginaba trabajando como ingeniero agrónomo, pues la labor en el campo siempre le ha gustado.
“Hasta donde sé mis papás se divorciaron y mis abuelos paternos me criaron y ellos no tenían los recursos para darme estudios. Por eso empecé a trabajar en el campo y después en el transporte”.
Samuel mantiene su gusto por la labor agrícola y cada año siembra maíz para vender elotes, lo que le da un ingreso extra.
A sus hijos -apuntó- los impulsa a seguir en la escuela, porque considera que solo con estudios conseguirán un empleo bien remunerado.
De su labor -comentó- diariamente empieza a las cinco de la mañana y termina entre nueve y diez de la noche.