Martín reconoce que su trabajo como operador del transporte público es cansado porque implica largas jornadas, pero señala que también es una labor agradable que con el paso de los años le ha agarrado el gusto.
Su experiencia al volante, dijo, es de varios años, que ya perdió la cuenta, pero afirma que está a gusto, pues gracias a esta actividad ha logrado solventar los gastos en su casa.
Aunque a consecuencia de la emergencia sanitaria sus ingresos económicos disminuyeron por la falta de pasajeros, refiere que no pensó en dejar el volante y al contrario se mantuvo porque es su única fuente de trabajo.
"El transporte es como cualquier otro trabajo, es una labor cansada. Por ejemplo, en la base a veces tenemos cinco o 10 minutos y en ese tiempo hay que entregar el dinero de cada recorrido, hacer un poco de limpieza al vehículo y hacer las necesidades y hay que salir corriendo otra vez, pero es agradable".
A decir del trabajador del volante el tráfico que ocasionan las manifestaciones, principalmente en las inmediaciones del primer cuadro de la ciudad le generan estrés, dado que con el cierre de vialidades tiene que buscar vías alternas para poder llegar a su destino.
En su actividad diaria -apunto- también se ha encontrado con pasajeros que se molestan por cualquier situación a lo que evita prestar atención para que no se contagie el mal humor, dijo.
"Hay algunos que van de mal humor y otros que son todo lo contrario, cuando se bajan del camión me dan las gracias y a veces me dicen 'que Dios lo bendiga' y me quedo con los buenos mensajes".