Aunque sus padres le dieron la oportunidad de estudiar una carrera técnica en electrónica, José Emanuel dice que desertó porque desde pequeño le llamó la atención el volante.
Cuando cumplió la mayoría de edad empezó a trabajar como operador del transporte colectivo y años más tarde lo dejó y comenzó a laborar en empresas de autobuses, porque dijo que allí le ofrecen seguridad social y otras prestaciones, lo que no obtiene en su trabajo como rutero.
Reconoce que al principio tuvo dificultades para desempeñar su actividad, pero con el paso de los años aprendió a conducir y ahora puede presumir que ha tenido la oportunidad de trabajar en otras ciudades turísticas del país, como en Los Cabos, a donde viajó recientemente.
“Desde que empezó la pandemia me fui a trabajar a Los Cabos y allá estuve dos años. Regresé porque se extraña a la familia y también la comida, pero me gusta trabajar así, un rato en la ‘ruta’ y otro rato en los autobuses”.
Refirió que su gusto por el volante lo tiene desde niño y a pesar de que diariamente labora más de 10 horas no ha pensado en retirarse, pues gracias a esta labor ha podido solventar los gastos en su casa.
“A veces es un poco estresante porque hay tráfico en la ciudad, por el calor o porque en ocasiones no hay carros en la base y tenemos que salir rápido y no tenemos tiempo para comer, pero hay otros días en los que tenemos hasta media hora de descanso”.
Una de las desventajas de ser rutero -apuntó- es que no tienen prestaciones ni seguro social y sus ingresos económicos dependen de los días trabajados.