Eduardo agradece a su padre la enseñanza que le permite conducir la “ruta” con responsabilidad
“Ese es mi hijo. ‘Lalo, ven’”, grita Eduardo (papá), y cuando Lalo se acerca lo toma del hombro, lo mira a los ojos y dice: “salió bueno para trabajar; le encanta”.
Eduardo Zúñiga Pedraza y Eduardo Zúñiga Pérez, padre e hijo, respectivamente, trabajan como operadores del transporte colectivo en la Ruta 17.
Hace 16 años Eduardo (papá) comenzó a trabajar en la “ruta” para poder mantener a su familia, y cuando Lalo, su primer hijo, cumplió la mayoría de edad, lo empezó a capacitar porque el muchacho dijo que no deseaba continuar con sus estudios.
“Lo traje a la ‘ruta’, lo fui educando para que pusiera mucha atención y que vea cómo se maneja, porque el volante es una gran responsabilidad. Desde hace cinco años está aquí y veo que le encanta el trabajo”, refirió Eduardo Zúñiga Pedraza.
Aunque Eduardo admite que es una labor cansada porque diariamente dedica unas 18 horas al volante, señala que le gusta, pues gracias a esta actividad y con el apoyo de su esposa ha logrado sacar adelante a sus hijos.
Afirma que encontró en este oficio una forma honesta de ganarse la vida y ahora comparte sus conocimientos con su hijo Lalo, quien dice estar orgulloso de su padre porque gracias a sus consejos ha librado percances automovilísticos y no ha tenido problemas con los pasajeros.
“Tuve un buen maestro porque me enseñó bien. No soy chofer de golpes, ni de problemas con los demás. Creo que si fuera mal elemento no hubiera aguantado