Benjamín afirma que hace falta mayor capacitación para los choferes del transporte, pero también para los automovilistas particulares
“En este trabajo hay que tener paciencia con la gente, a veces se quejan porque dicen que llevamos la música a todo volumen o simplemente vienen de malas y se tratan de desquitar con uno”, señala Benjamín Mondragón González.
El trabajador del volante dijo que empezó en este oficio hace ocho años, pues considera que es una forma honesta de ganarse la vida; sin embargo, señala que es estresante debido a que no sólo tiene que batallar con el mal humor de algunos pasajeros, sino que también con automovilistas particulares y motociclistas.
Hace unos meses, Benjamín recibió un curso de capacitación, el cual -recuerda- tuvo como objetivo aprender a respetar la distancia que lleva de sus colegas de otras organizaciones para evitar percances automovilísticos.
Reconoce que hace falta mayor capacitación a los choferes del transporte colectivo, pero dice que ésta debería ampliarse a los conductores de vehículos particulares y a motociclistas, porque ha observado que no respetan los carriles y tratan de rebasar.
“Los motociclistas se meten por cualquier lado y en el curso nos dijeron que la moto tiene que ir igual que un carro sobre el carril, no de un lado ni de otro, a menos que vaya a rebasar, pero tiene que ser del lado izquierdo y con los señalamientos adecuados porque a veces no traen ni luces”.
Aunque admite que su labor es un poco estresante porque su jornada empieza a las cinco de la mañana, refiere que en ocasiones tiene hasta una hora de descanso en la base, la cual puede aprovechar para lavar el camión, tomar sus alimentos o dormir un rato para recuperar el sueño.