Hace cuatro años Maclovio Feliciano regresó de Estados Unidos, a donde emigró en 2010 para buscar una mejor vida para su familia. Aunque asegura que en aquel país su trabajo fue bien remunerado, dice que el apego a los suyos lo obligó a retornar.
En la Unión Americana -cuenta- trabajó en mataderos de puercos, lo que en México se le conoce como rastro, y aunque allá obtenía buenos ingresos económicos decidió regresar para estar con su familia.
Una vez que llegó a Morelos intentó recuperar el trabajo que tenía en una gasolinera, pero por su edad (51 años) no le fue posible, así que por unos meses realizó trabajos de albañilería hasta que encontró trabajo en la Ruta 6.
Para Maclovio, incursionar en el transporte público fue un poco complicado, pues solo tuvo dos días de aprendizaje sobre el manejo de la unidad, trato a los pasajeros y cambio de letreros de los diferentes destinos a los que llega la Ruta 6.
A eso atribuye que en su primer día como rutero llegara con retraso hasta el checador, al grado que pagar hasta 150 pesos de “minutos quemados”.
“Creo que dos días no fue suficiente porque no sabía bien el manejo de la combi, no sabía los recorridos y me ‘quemé’ (se atrasó) varias veces, pero el compañero sí me dijo ‘hay que tratar bien al pasajero y maneja lo menos rápido que puedas para no brincarte los baches’ y así le hice”.
Poco a poco aprendió y ahora difícilmente se llega a “quemar” tantos minutos.
“Con el tiempo aprendí a respetar la distancia que lleva cada compañero y ya me va mejor en cuanto a ingresos, porque al principio solo juntaba para la cuenta y la gasolina. Mi primer día de plano fue pésimo porque no hubo nada para mí”.