Afirma que los dueños de los vehículos nunca le entregan dinero.
“Aquí se trabaja desde temprano y hasta que oscurece, pero hay muchísimos operadores que no dan ni un peso y ni las gracias, pero así es esto. Yo siempre he dicho que me va a ayudar el que quiere y el que puede, hay unos que de plano me dan un tostón y uno que otro chofer me da dos o tres pesos”, señala José Luis, quien trabaja desde hace 30 años como checador de rutas.
Aunque admite que esa situación le afecta, pues sus ingresos económicos disminuyen de manera considerable, dice que no ha pensado en dejar esta actividad, porque considera que a su edad (54 años) es poco probable que encuentre un empleo formal.
El entrevistado asegura que trabaja en el transporte desde que tenía 24 años de edad.
Para hacer frente a los gastos de su casa -refiere- realiza largas jornadas, debido a que en ocasiones con mucho esfuerzo junta entre 150 y 200 pesos, al día lo que le alcanza para comer, pero no para pagar una deuda de 30 mil pesos que adquirió cuando llegó la emergencia sanitaria.
“Al inicio de la pandemia la situación económica estaba muy difícil porque había muy pocas unidades en circulación y a veces trabajaban los dueños de las ‘rutas’ y esos sí no dan ni un peso. Actualmente ha mejorado un poco porque hay más carros, pero no todos los choferes dan propina”.
Dijo que está consciente de que en algún momento la mayoría de las unidades del transporte colectivo serán monitoreadas con GPS, por lo que su labor no será necesaria, pero cuando ese día llegue se dedicará -asegura- a la elaboración y venta de pan.