Lo anterior fue señalado por especialistas del Instituto Mexicano del Seguro Social, quienes destacaron la importancia de que este grupo de la población mantenga ejercitadas las neuronas con la práctica de los juegos de mesa, como el ajedrez, los rompecabezas y los crucigramas, así como la lectura.
“Estas actividades mentales coadyuvan a retrasar el desarrollo de la Enfermedad de Alzheimer o por lo menos no será tan severa, ya que una vez diagnosticada es progresiva.
Neurólogos del Instituto Mexicano del Seguro Social coincidieron en que este padecimiento se caracteriza por la degeneración y destrucción de las neuronas en las personas mayores, lo que produce un deterioro cognitivo gradual, es decir, la pérdida paulatina de las funciones mentales.
El Alzheimer es la causa más frecuente de demencia, al igual que la originada por daño vascular, que es un mal neurológico que va en aumento, debido al incremento de la población geriátrica en el país. Se estima que en la actualidad la padecen seis de cada cien mil adultos mayores de sesenta años de edad.
No se puede detener el daño neuronal, pero se logra controlarlo y evitar que evolucione en sus formas más graves si se acude con oportunidad con el médico, ante la presencia de uno o varios de los síntomas de alarma como son olvidos recurrentes que se agudizan conforme pasa el tiempo, hasta trastornos importantes en la memoria que ocasionan la pérdida de capacidad para recordar palabras, nombres de objetos y de personas, antes conocidos perfectamente.
Los especialistas señalaron que el Alzheimer se atiende con medicamentos también para evitar que evolucione rápidamente. De ahí la importancia de acudir con el médico para que prescriba el tratamiento farmacológico adecuado que ayude a reforzar y fomentar la memoria y disminuya la destrucción de las neuronas: aunque el proceso es progresivo lo hará de manera más lenta”.
Explicaron que “existen tres etapas de esta enfermedad: leve, moderada y grave. La primera tiene manifestaciones clínicas mínimas que no alteran la calidad de vida, por ejemplo, olvidos recurrentes como el no recordar dónde se dejaron las llaves u otros objetos, cómo llegar a casa o no reconocer a ciertas personas.
En la segunda fase, el enfermo ya no recuerda ni siquiera cómo hablar, los nombres de los objetos ni para qué se utilizan, vive desorientado y confundido, por lo que fácilmente se pierde en la vía pública.
La etapa tres es la más grave, pues el paciente es incapaz de alimentarse él mismo, pierde el control de sus esfínteres (para orinar y para evacuar) y ya no puede caminar ni unos cuantos pasos, porque incluso desconoce cómo hacerlo; se convierte en una persona completamente incapacitada.
Desafortunadamente, en la mayoría de los casos, el enfermo acude al médico entre las etapas moderada a severa, y son muy pocos los que llegan en la fase inicial”, concluye el comunicado.