Como parte del proceso inflacionario que se intensificó en México los últimos meses, el huevo y la carne de pollo aumentaron sus precios. El huevo se cotiza ya en 55 pesos o más el kilo en diversos establecimientos morelenses, y el pollo llegó a 84 pesos el kilo de pechuga.
En principio, son productos cuyos precios son muy sensibles a los cambios en la oferta y la demanda. Por el lado de la oferta, la producción en México disminuyó debido al sacrificio de seis millones de aves por la influenza aviar. En el caso de nuestro vecino, Estados Unidos, se perdieron 58 millones de aves por la misma causa, casi 10 veces más. Por ello, el precio del huevo allá se elevó a 120 pesos mexicanos.
Por el lado de la demanda, el huevo es producto de primera necesidad en México, a lo cual se suma la necesidad que Estados Unidos tiene de obtener en México el huevo que les falta, lo cual presiona el precio al alza, Además, la demanda nacional crece con el regreso a clases, cuando se reactiva la demanda en forma natural.
Hay que destacar que México es el quinto productor mundial y también somos el país con el mayor consumo de huevo en el planeta, con un consumo por habitante de 23 kilos por año. Claro que nos afecta que aumente el precio del producto.
En resumen, existe una descompensación entre oferta y demanda, es decir, una menor producción de huevo ante una enorme necesidad del producto. Nos faltan huevos, pues.
La Unión Nacional de Avicultores en México (UNA) señala que, a pesar de la disminución de aves por la influenza, hay suficiente producción en México para abastecer el consumo, así que es de esperarse que pronto disminuyan los precios.
Como consumidores, busquemos comprar el producto en lugares donde el precio sea razonable de acuerdo a las condiciones actuales. Con ello, juntos, lograremos desestimular la especulación que siempre acompaña, en mayor o menor medida, los procesos inflacionarios.