Javier -quien trabaja desde hace 35 años como chofer de taxi- contó que lo más bonito que le ha ocurrido en este oficio es haber encontrado el amor.
Además, también logró construir su casa y comprar su propio vehículo, para dejar de pagar cuenta.
“Aquí me enamoré. Empecé dando el servicio a una señorita que era mi vecina y después me dijo que pasara todos los días por ella y así hasta que nos fuimos conociendo. Todos los días la traía a su trabajo al Centro de Cuernavaca y luego nos enamoramos, nos juntamos y ahora tenemos una hija de 18 años”.
Además -contó- ha conocido a personas que se han convertido en sus amigos. Sin embargo, en al menos seis ocasiones lo han asaltado y también se ha encontrado con personas que se van sin pagar.
El entrevistado asegura que afortunadamente siempre llega a su casa con dinero, por lo que no se puede quejar, ya que si sale sin un peso, al mediodía ya tiene para la comida.
Reconoció que el trabajo de taxista es cansado porque tienen que batallar con algunos clientes y con las manifestaciones y otros problemas.
Dijo que actualmente, por su edad, solo trabaja unas cuatro horas en la mañana y regresa a su casa a descansar para salir alrededor de las seis de la tarde - ya que bajó el sol- y se sigue hasta las 11 de la noche.
“Este trabajo siempre ha sido bendecido porque de aquí hice mi casa, compré mi permiso y el carro”, remató el orgulloso taxista.