“Antes decía que trabajar como rutero no, porque se me hacía algo muy estresante y hoy en día de este trabajo mantengo a mi familia y gracias a Dios vamos para delante”, expresó Jesús Ocampo, quien labora desde hace diez años como operador del transporte público.
Aunque su jornada empieza a las cinco de la mañana y termina a las diez de la noche, dice que está agradecido con el amigo que le consiguió el trabajo cuando se quedó sin ingresos, tras ser despojado de manera violenta de su taxi.
Durante dos meses -refirió- estuvo en la calle buscando su vehículo, pero no tuvo éxito. Días después uno de sus amigos le ofreció trabajo en una organización de transporte público y aceptó, pues tenía una familia que mantener con un hijo de cinco años de edad.
Si bien está a gusto en esta actividad, reconoce que ha pensado buscar empleo en empresas de otros estados, donde le han comentado que ofrecen trabajos bien remunerados.
“(Para) nosotros que trabajamos por medio de tiempos es un poco más estresante, porque tenemos que respetar el tiempo de los (otros) operadores, de lo contrario tenemos que pagar los ‘minutos quemados’, porque si nos retrasamos o adelantamos afectamos a los compañeros y no agarran pasaje”.
Señaló que por no respetar el tiempo que le indican desde la base ha tenido que pagar hasta 70 pesos en un día, lo que afecta sus ingresos diarios.