Víctor, quien trabaja desde hace más de 20 años como checador de “rutas”, asegura que su labor es un poco arriesgada, porque en varias ocasiones ha estado a punto de ser atropellado, aunque hasta ahora no ha pasado de un susto.
“Aquí estamos expuestos a todo porque nunca falta el automovilista que se siente dueño de la calle y nos echa el carro. A mí me lo han aventado en varias ocasiones, pero gracias a Dios no ha pasado nada grave”.
Víctor, quien tiene más de 60 años de edad, señala que está tan acostumbrado a la rutina que ni siquiera en los meses más fuertes de pandemia dejó de trabajar, aunque sus ingresos económicos disminuyeron drásticamente, debido a que por el confinamiento había pocas unidades en circulación.
“En la pandemia trabajé todos los días y gracias a Dios no me contagié, llegué a tener gripa y en cuestión de días se me quitó y no tuve que visitar al médico”.
Aunque su situación económica ha mejorado y a veces en una jornada de ocho horas reúne 250 pesos, dijo que ha pensado en emigrar a Estados Unidos porque en México tiene familia, pero se siente solitario.
“Quiero irme a San Diego porque aquí me siento solo, tengo a mi familia, pero ellos no están conmigo y tengo que hablarles para saber cómo están o para juntarnos. Tuve dos hijos, pero no los conozco porque se los llevó su mamá”.
Aunque sus familiares le ayudan con algunos gastos de su casa, está obligado a trabajar diariamente para poder comprar su comida, por lo que siempre está en el lugar donde desempeña su labor.