Pensándolo bien, pensé mal”.
Yo siempre creí que debía seguir a los demás, ir a su ritmo. Si mi amigo hacía esto, yo debía hacerlo también porque así era el “ciclo natural” de la vida. Siempre intenté ser la persona que la sociedad cataloga como correcta. Sin embargo, cuando cambié mi perspectiva de la vida entendí que cada uno de nosotros va “a un ritmo”. Sí, no me mal entiendan. No estoy diciendo que no hagamos nada y dejemos fluir, pero sí que nos detengamos a ver qué cosas buenas hemos hecho, qué hemos mejorado como personas, qué cambios has tenido en tu personalidad, en tus relaciones, etc.
Todos crecemos integralmente, no sólo de edad también de madurez. Entender eso te hará comprender que no le debes nada a nadie, en específico a tu círculo de amigos y familia. Al contrario, debes agradecer las oportunidades que has tenido por tu familia, los fracasos y los éxitos y aprender algo de todo eso. Todo en la vida te enseñará algo, positivo o negativo y será algo con lo que tendrás que cargar toda tu vida (así que asegúrate de saber sobrellevarlo). No te compares, no voltees a ver a la persona que tienes al lado. Construye lo tuyo, como persona e individualmente. Hazlo día con día, fíjate metas pequeñas que puedes alcanzar, después trabaja en lo grande. No pierdas tu tiempo divagando en un futuro que aún no llega. Vive tu presente y trabaja en lo que vendrá.