Efrén Bautista Estrada no pensaba trabajar como operador del transporte público; quería ser técnico laboratorista, pero cuando estaba a poco más de un año de terminar la carrera universitaria su novia le dio la noticia de que sería papá.
Por esa situación, Efrén dejó la escuela y empezó a trabajar en la Ruta 2 porque -recordó- en ese tiempo un chofer del transporte colectivo obtenía mejores ingresos que lo que ganaba en una semana un empleado en alguna fábrica.
Aunque se hizo la promesa de que en unos años retomaría sus estudios, no fue así y a los diez meses se enteró de que su segundo hijo estaba en camino, así que la idea de estudiar era menos factible, ya que tiempo después tuvo otras dos criaturas.
“Cuando supe que mi novia estaba embarazada, pensé que para mi papá sería mucha carga mantenernos a los tres porque yo no trabajaba, solo me dedicaba al estudio, así que dije ‘dejo la escuela, me pongo a trabajar y cuando tenga opción sigo estudiando’, pero ya no pude porque al poco tiempo nacieron mis demás hijos”.
A pesar de que Efrén suspendió sus estudios dijo que está orgulloso de su vida, porque gracias a este oficio sus cuatro hijos concluyeron sus estudios; dos son licenciadas en informática, una es estilista y el varón estudió mantenimiento de computadoras, aunque no ejerce porque le gustó más el volante y desde hace unos años trabaja en la Ruta 13.
“Siento que les di a mis hijos la mejor herencia, que es el estudio. No les puedo dejar otro tipo de cosas porque no hay dinero, apenas vamos saliendo, pero les inculqué valores y con el estudio solos se van a desenvolver en lo que más les guste. Me siento satisfecho porque son personas comprometidas y responsables”.
Su trayectoria como operador es de 32 años y aseguró que el cambio en este sector ha sido notorio. Por ejemplo, el incremento de unidades en las diferentes líneas de transporte ha ocasionado que sus ingresos disminuyan considerablemente.