… se acabó la rabia, reza el conocido refrán mexicano que una vez más se comprueba en los hechos y lo comentado en esta columna en pasadas colaboraciones.
Y en efecto, bastó que el mal enquistado por años en nuestro máximo órgano electoral representado por Lorenzo Córdova, Murayama y decenas o cientos de incondicionales y asesores dejaran el instituto para que por arte de magia cesaran los ataques al gobierno de turno elegido democráticamente por amplio margen en 2018. El panorama se invirtió 180 grados y esperamos que este semi renovado Consejo Electoral no nos traiga a salto de mata con violentas declaraciones parciales a ninguno de los contendientes y se conduzca con la imparcialidad que exige tan alta responsabilidad y compromiso con los ciudadanos, sin crear reglas nuevas a modo para apoyar o descalificar a los participantes. Sí, ya se fueron, pero con los bolsillos repletos de dinero a costa de los mexicanos.
Pero no todo es color de rosa, aún quedan resabios de aquellos lodos en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que se resiste a modificar su conducta y no respetar los derechos de los participantes y ciudadanos. Aunado a esto, el papel que antes jugaba el INE de contestatario al Poder Ejecutivo ahora lo asume la SCJN, como ha quedado demostrado también en esta su columna y en las semanas recientes con sentencias que afectan sensiblemente la vida diaria de nuestra Nación. ¿Resistirá la batalla después de fallos tan poco claros y controversiales en materia constitucional y que incluso quiso enmendar en lo oscurito al estilo antiguo? No esperamos que corrija su rumbo, pero la sombra del manotazo un 31 de diciembre por EZP que a un mes de su mandato y después del error de diciembre puso a todos los ministros en la calle en un acto por demás autoritario, que no hemos visto en este gobierno, pero ¿Y en el 2024?
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