hostil
Del lat. hostīlis.
1 adj. Contrario o enemigo.
RAE
Hostil es una palabra que, en nuestro vocabulario, es demasiado agresiva o hasta fuerte, en el sentido de su significado. Hostil, en su mayoría, lo apreciamos como algo negativo. La Real Academia de la Lengua Española nos menciona que es todo aquello contrario a un ideal, a un concepto, a una teoría, a una persona e incluso a un espacio habitable o, aún más fuerte, es tu enemigo.
Entendiendo lo anterior, podemos deducir que el concepto de “Urbanismo Hostil” es lo contrario a lo que conocemos en la teoría del urbanismo tradicional, pero también es lo contrario a el hecho de “usar” un espacio que se considera apto para el desarrollo de actividades o simplemente habitar. El urbanismo hostil también se refiere al impedimento visual que, desde mi perspectiva, tiene mayor impacto en la sociedad, por ejemplo: los grandes muros que sobrepasan la escala humana, impidiendo la continuidad visual de una ciudad; las rejas que bloquean los accesos a espacios públicos con la premisa de “tener mejor seguridad” cuando es todo lo contrario.
Las ciudades latinoamericanas están plagadas de una arquitectura y urbanismo hostil. El problema es que la justificación siempre cae en la supuesta “preservación” del elemento colocado o diseñado. Lo cierto es que se trata de una tendencia en aumento del diseño urbano donde todo lo que se construye lo hacen para que sea prohibido. Es en ese momento que encontramos bancas con reposabrazos puntiagudos a mitad de la banca, con la intención de impedir que las personas se acuesten o árboles con arrietes cercados con la prohibición de sentarte.
El mobiliario urbano, hoy en día, se ha convertido en poco o nulo uso humano, gracias a materiales incomodos e imposibles de aprovechar con la sutil técnica de hacer creer que es el diseño (fig. 01)
A escala ciudad, el urbanismo hostil lo vemos en las calles, camellones, puentes y grandes extensiones de terreno que son cerradas de una manera menos invasiva, refiriéndome a las bardas, en este caso la hostilidad la diseñan a través de supuestas fuentes, esculturas o mobiliarios urbanos (fig. 02) con la clara intención de no ser pisado.
Hay algo que recordar después de este articulo y es que todos deben reclamar el derecho a la ciudad, el derecho al uso del espacio público sin limitaciones, porque la ciudad les pertenece a todos y nadie es dueña de ella.
Google Imágenes.
Urbanismo Hostil. Camellones.