La situación económica en su familia no le permitió estudiar.
A Enrique Estrada González -quien trabaja desde hace 23 años como operador del transporte público- le habría gustado estudiar medicina, aunque también le llamaba la atención la labor sacerdotal, pero por la falta de recursos económicos no tuvo la oportunidad de estudiar, al igual que sus seis hermanos, la mayoría de los cuales empezaron su vida laboral a los 16 años de edad para ayudar con los gastos a sus papás, por lo menos hasta que se casaron y formaron su propia familia.
“La situación económica de mis papás no me permitió estudiar y vi el modo de tener un trabajo para ayudarles con los gastos. Cuando cumplí los 18 años aprendí a conducir y luego agarré la ‘ruta’ y es a lo que me dedico desde esa fecha, pero me hubiera gustado tener una preparación porque con el tiempo uno se da cuenta que hace falta”.
Cuando era niño, le emocionaba la labor que realizan los pilotos aviadores y los médicos. Cuando sus papás lo llevaban a misa tuvo también la inquietud de ser sacerdote.
De su actividad diaria, comentó que ha disminuido la demanda en el servicio porque cada vez hay más unidades en circulación.
“Para trabajar en el transporte se necesita paciencia, porque la gente lleva prisa y se molesta cuando dicen que vamos lento, no saben que tenemos que respetar el tiempo que nos dan en la base; no podemos ir uno tras otro porque tenemos que pagar ‘minutos quemados’. Además, es estresante porque trabajamos toda la semana y son 16 horas diarias”.