Refiere que ser chofer es cansado porque diariamente se levanta a las cuatro de la mañana.
Aunque Julio César tuvo la oportunidad de continuar con sus estudios, al concluir la preparatoria empezó a trabajar porque dijo que le gustó más el dinero.
Actualmente conduce una unidad de la Ruta 17 y refiere que el gusto por el volante es herencia familiar, pues, aunque veía a su papá trabajar largas jornadas, eso no fue impedimento para dedicarse a este oficio.
Mientras espera su turno de salida en la base de la organización en la colonia Las Palmas, en Cuernavaca, asegura que no se arrepiente de seguir los pasos de su padre, sino que, al contrario, está agradecido porque le enseñó a trabajar y gracias a sus consejos no ha sufrido ningún accidente.
“Mi papá trabaja en esta ‘Ruta’ desde hace 30 años, él me ayudó para entrar aquí y siempre me dice que le eche ganas y que no me ponga a pelear con los demás; me aconseja y le hago caso porque me gusta mi trabajo. Cuando tenemos tiempo platicamos de cómo nos va en el día y eso nos ayuda a desestresarse”.
Su trayectoria al volante es de diez años y refirió que lo malo de este oficio es tener que lidiar con el mal humor de algunos pasajeros, con el tráfico que ocasionan las manifestaciones y levantarse temprano, además de que en ocasiones llega a su casa sin un peso porque diariamente tiene que entregar una cuenta y el dinero para el combustible de la unidad.
Sus primeros días como chofer -asegura- fueron difíciles porque manejan tiempos y si no los cumplen pagan los “minutos quemados”.