“En el taxi se ve de todo, desde personas que se van sin pagar hasta los que olvidan el mandado. Me han dejado bolsas con frutas y verduras, y una vez una chica olvidó un reloj, pero me buscó y se lo regresé. También en varios casos las personas me dicen ‘ahorita te pago’ y se van”, contó Iván, quien trabaja como chofer de taxi.
Hace dos años -dijo- empezó a trabajar en el auto de alquiler que conducía su papá, luego de que por la crisis de la pandemia de covid-19 fue despedido de la empresa de paquetería donde trabajaba como chofer.
A raíz de esa situación, su papá le propuso trabajar en el taxi y aceptó porque tiene experiencia en el manejo; sin embargo, señaló que la desventaja es que no tiene seguro social ni prestaciones laborales. Por eso, desde hace varias semanas envió su documentación a una empresa y tiene la esperanza de ser contratado.
“En estos dos años me he encontrado con todo tipo de personas. Algunos piden el viaje y no pagan, principalmente cuando suben personas en estado de ebriedad; te dicen ‘necesito un viaje ida y vuelta’ y llegando al destino dicen ‘ahorita te pago o traes cambio de 500’ y le digo ‘pues lo espero’, pero se van y ni para buscarlos”.
De esos servicios, indicó, en la mayoría tenía que cobrar entre 80 y 100 pesos.
En el taxi trabaja alrededor de doce horas diarias y dijo que también se ha encontrado con quienes le agradecen por el servicio y le dan una propina o una fruta.