“Si me hubieran dado a escoger me hubiera gustado tener una profesión. Me hubiera gustado ser militar, pero no tuve la oportunidad de ir a la escuela; solo llegué a cuarto de primaria”, relató Cipriano Ventura Morales.

Por falta de estudios -dijo- su primera opción de trabajo fue la de operador del transporte público y, aunque está a gusto en esta actividad -que realiza desde hace 23 años- reconoció que es una labor cansada, pues diariamente dedica 14 horas al volante.

Para ser chofer -señaló- se necesita paciencia porque tienen que cumplir con el itinerario que les indican en la base de la organización, aunque en ocasiones por el tráfico se les dificulta llegar a tiempo con el checador, lo que ocasiona que algunos operadores intentan rebasar a sus colegas a fin de evitar pagar “minutos quemados”.

“La mayor presión que tiene un operador es el tiempo, porque cada minuto tarde nos cuesta. A veces por eso manejamos rápido, la gente se da cuenta y nos dice que vamos muy rápido o que manejamos muy feo, pero es por eso y no es intencional”.

Contó que hace 23 años empezó a trabajar como chofer porque no tuvo la oportunidad de continuar con sus estudios y para manejar un camión o una combi no se necesita tener título universitario, sólo la experiencia.

El trabajador del volante contó que gracias a este oficio su hija estudió una carrera técnica en estilismo y ahora que solo trabaja para los gastos de su casa ha pensado en estudiar computación, pero cada vez obtiene menos ingresos ante el aumento de las unidades en circulación.

“Mi hija terminó la secundaria y estudió para ser estilista, le di hasta donde pude y ella quedó satisfecha. Yo tengo 61 años y me gustaría seguir estudiando, pero cada vez se trabaja más y se gana menos; aunque me gustaría aprender computación”.