"De chavo mi sueño era manejar. Siempre me gustó y a los 17 años empecé a manejar en las combis, y después me junté y con la ayuda de mi suegra compramos este camión para tener algo más seguro, porque ahorita la situación ya está más difícil", señaló José Ramón, quien trabaja como operador del transporte público.
Su trayectoria al volante, dijo, es de 13 años y aunque está a gusto en esta labor, lamentó que en las vacaciones escolares hay días en los que con mucho esfuerzo reúne los mil 300 pesos que se requieren para comprar el combustible, por lo que llega a su casa con unos 200 pesos.
A decir del trabajador del volante, además de la disminución en el pasaje durante las vacaciones, también le afecta aplicar los descuentos a las personas con credencial del Inapam, aunado a que hay otros que dicen "ahorita le pago" y no lo hacen.
"A veces sí nos va mal, pero uno se acostumbra porque solo es por temporadas. Además, no podemos decir 'voy a buscar otro trabajo', porque aquí es todo el día".
El entrevistado comentó que empezó su vida laboral antes de cumplir la mayoría de edad, pues por el acoso que -asegura- sufría por parte de su profesora solo terminó tercero de primaria.
"Ya no quise estudiar porque mi maestra tenía un hermano que quería andar con mi mamá y como no le hizo caso la agarró contra mí, se desquitaba conmigo; me fastidié y le dije a mi mamá que ya no iba a ir a la escuela. Solo llegué a tercero de primaria, la maestra me tenía coraje y a uno de niño lo intimidan, además reprobé un año y mejor me salí".
Aunque a veces se arrepiente y piensa que mejor hubiera estudiado, acepta que como rutero no le va mal económicamente.