“Lo que más afecta es aplicar los descuentos a las personas con credencial del Inapam. El gobierno le dice a la gente que tiene ese beneficio, pero no dice que ese descuento lo paga el chofer; es una pérdida económica y, a veces por eso nos vamos (a casa) sin un peso”, señaló Alfredo, quien trabaja como operador del transporte público.

Además, indicó que no falta la persona que dice “ahorita le pago” y ocupa los últimos asientos para bajar con facilidad por la puerta de atrás, sin que el operador le pueda solicitar el dinero de su pasaje.

Afirmó que entre esos pasajeros y los padres que se niegan a pagar el pasaje de los niños mayores de tres años con el argumento de que están pequeños, al día deja de recibir hasta 250 pesos, pues primero debe entregar la cuenta y el dinero para el combustible del vehículo.

“Al día realizamos cinco recorridos y en cada uno suben más de tres personas de la tercera edad. Nosotros tenemos que respetar ese descuento, no les podemos decir que no, porque nos pueden acusar y el patrón nos llama la atención”.

Aunque lo anterior afecta sus ingresos económicos, dijo que no ha pensado dejar este oficio porque desde hace 25 años ha logrado mantener a su familia. Además, su pasión es el volante, aseguró.

A decir del entrevistado, para ser chofer se necesita vocación y paciencia con los pasajeros, así como concentración al volante, porque no falta la gente que camina distraída o que no utiliza los puentes peatonales.

“Hay mucha gente que camina distraída, no se fija por dónde camina y si ocurre un accidente por desgracia uno siempre va a tener la culpa”.