David es chofer de una “ruta” desde hace nueve años.
“Cuando tenía once años trabajaba medio tiempo en una herrería y luego me iba a la escuela, pero me gustó más el dinero, así que dejé la escuela y me puse a trabajar”, expresó David López Hernández, quien conduce una unidad de la Ruta 1.
Aunque reconoce que por estar en la economía informal no tiene prestaciones de ley ni seguro social, afirmó que no se arrepiente de la decisión que tomó cuando apenas era un niño, pues gracias a este oficio ha logrado mantener a su familia.
David trabaja desde hace nueve años como operador en la Ruta 1, pero antes fue chofer en una casa de materiales de construcción.
Dijo que le gustaba realizar esa labor, pero un amigo lo convenció para trabajar en el transporte público porque se obtienen mejores ingresos, aunque trabajan jornadas de más de 15 horas diarias.
Señaló que ser chofer del transporte público es cansado, estresante y a veces hasta fastidioso porque se encuentra con personas de mal humor que se molestan por todo y hasta le hablan con groserías.
Refiere que el gusto por el volante es herencia de su padre; sin embargo, no pierde la esperanza de encontrar un trabajo formal donde tenga seguro social, pues indicó que la vida de rutero no es fácil.
“Lo que más nos acaba son las desveladas, además, no tienes vida social; trabajas todos los días y sólo a veces descansas el domingo. Por eso mi hijo, el más chico, siempre me pregunta si ya será domingo”.