Cristhian López Hernández asegura que conducir una unidad del transporte público es una labor estresante, porque diariamente tiene que reunir el dinero de la “cuenta”, pero que lo prefiere a trabajar en una empresa de autotransporte federal, pues el cambio de trabajo implicaría dejar de ver a su familia.
“Ya estuve en autobús, pero no me gustó, porque como estaba en otro estado, pasaba meses sin ver a mi familia. La comunicación era solo por teléfono y a veces los veía, cuando venía a Cuernavaca, pero, si acaso, unos minutos, porque me tenía que ir otra vez. Por eso lo dejé y ahora me siento a gusto aquí”.
Dijo su papá le enseñó a trabajar como chofer desde joven.
“Mucha gente dice ‘nomás están sentados, es un trabajo para flojos’, pero no saben que empezamos muy temprano y a veces trabajamos hasta dos turnos. Además, el tráfico estresa porque tienes que llegar a tiempo a checar y todos los días estamos con la presión de poder juntar el dinero para la cuenta y el diésel”.
Refirió que su trayectoria al volante es de once años y está consciente de que por estar en la economía informal no recibe algunos beneficios, como las prestaciones de ley, pero por lo menos tiene la oportunidad de estar con su familia todos los días.
A decir del trabajador del volante, gracias a los consejos que recibió de su progenitor -quien hace dos años se retiró como conductor de autobuses- no se ha visto involucrado en percances que pongan en riesgo la integridad de los pasajeros.
“Mi papá siempre nos motivó para salir adelante, para seguir con los estudios y no hacer lo mismo que él, pero yo solo terminé la secundaria porque no me gustó la escuela y me puse a trabajar”.