Desde julio de 2005, fecha de la primera versión de este artículo, vengo insistiendo en diferentes círculos, con pocos resultados, sobre los acontecimientos que giran alrededor de los procesos electorales y del ánimo de la población respecto de los mismos. Así también, en conversaciones con gente dedicada a varios oficios, el pueblo en sí, recogemos la misma sensación: Hastío. Todos los años nos bombardean con publicidad electoral, debido a que las campañas, aunque sean regionales, se difunden a nivel nacional.
Los medios electrónicos magnifican estos eventos en programas cómicos, en parodias, en entrevistas en los principales noticieros y en comerciales que de tanto repetirse cambias de canal. Con todo esto, los medios saturan a los que se encuentran en el desempleo, el cual no respeta edad, preparación académica, capacitación y género, a los 47 millones que se encuentran en la pobreza de acuerdo con el Coneval, a los que padecen las consecuencias de los desastres naturales e inundaciones y que pierden su escaso patrimonio por estas causas; a los que habitan en los cinturones de miseria que existen en todas las poblaciones de este mágico país; a los que son víctimas de la delincuencia y que pierden lo poco que tienen para irla pasando; a los que padecen el sistema judicial y son presa de la injusticia e impunidad; a los pensionados y jubilados que reciben una mísera pensión y que estuvo a punto de desaparecer, en fin a una inmensa mayoría que se queda adolorida y resentida por ver el inmenso, ofensivo, y colosal derroche de dinero en pre pre campañas, pre campañas y campañas electorales que se gasta durante todos los años y a todos los niveles de gobierno recursos cuantiosos para mantener un sistema de partidocracia que ya raya en lo arcaico, obsoleto y que políticos parásitos se encargan de mantener vigente con argucias legaloides, reglas sacadas de la manga y solapadas por las instituciones que deberían vigilar, regular y evitar estas maniobras que trastocan los mas elementales derechos democráticos y legales en la materia.
El actual gobierno envió una iniciativa, para mi gusto insuficiente, pero que ofrecía una ventana para corregir este problema, pero fue rechazada por los mencionados líneas arriba que quieren seguir gozando del dinero que los mexicanos les damos para sus prerrogativas y que les permiten contar con altos salarios autoasignados al interior de sus partidos sin hacer nada en beneficio de la población, así como las curules plurinominales en el Senado y la Cámara de Diputados que se reparten a conveniencia y son quienes mantienen el control en ambas cámaras, lo que nos condena a padecer sus decisiones contrarias a nuestros intereses. Antes nos gobernaba la mayoría de la minoría, y aliados en contubernio nos saquearos hasta el cansancio. El voto abrumador por una verdadera transformación empieza a cambiar la balanza a nuestro favor, pero aún faltan los cambios profundos y debemos tomar conciencia que si queremos que nuestro voto sea efectivo en toda la extensión de la palabra, debemos considerar que este no solo se limite a quien encabezará la presidencia, porque ya vimos que los políticos parásitos en ambas cámaras obstaculizan que el Ejecutivo pueda dar mejores resultados a la población, y si otorgamos la confianza en una persona esta debe ser completa y sin regateos, porque ya contamos con la figura de revocación de mandato si no cumple nuestras expectativas. Nuestro sistema electoral es el mas caro del mundo como ya se ha demostrado y por eso urge una reforma electoral integral, cuyas ideas acumuladas desde que tuve el honor de presidir la Comisión Electoral del Estado de Morelos en 1987-1988 (siendo director general de Cartuchos) para las elecciones federales sin cobrar sueldo, gastos o automóvil como ahora se estila, que contenga como mínimo las siguientes propuestas, mismas que comentaré en mi próxima entrega por razones de espacio.