“En vacaciones (escolares) mi hijo me acompaña al trabajo. A veces le digo que no porque hace mucho frío y no quiero que se vaya a enfermar, pero dice que quiere trabajar en lo mismo que yo y quiere que le enseñe a manejar”, relató Víctor Manuel Díaz Estrella.
Su hijo tiene ocho años de edad y admite que ya aprendió un poco sobre el manejo de camiones, porque cuando no tiene clases lo acompaña a su trabajo; sin embargo, él le aconseja seguir en la escuela y estudiar una profesión, porque ser chofer es una labor demandante.
En su caso -indicó- sólo terminó sus estudios de nivel básico porque desde adolescente las “rutas” llamaron su atención, además, de que casi todos en su familia trabajan en el transporte y quería seguir los pasos de su padre.
Víctor Manuel conduce unidades del transporte público desde hace diez años, una labor que aprendió de su papá, y señaló que diariamente pone en práctica los consejos de su progenitor para no tener accidentes viales.
“A veces mi papá me enseñaba a manejar y también los amigos. Mi papá me decía que viera bien cómo es este trabajo para no tener accidentes, porque traemos a mucha gente y es una gran responsabilidad. Cuando era chico me iba con él a trabajar y ahora hago lo mismo con mi hijo; él me acompaña porque dice que le gusta, aunque también quiere ser médico”.
A decir del entrevistado, ser operador del transporte es un oficio noble, aunque también implica hacer sacrificios, como pasar poco tiempo con sus hijos, pues su jornada laboral es de más de doce horas.
Refirió que en su actividad diaria se ha encontrado con personas amables, pero también con algunos que están de mal humor y se molestan hasta porque escucha música con alto volumen.
“Este trabajo es cansado, pero se gana mejor que en un trabajo formal. Aquí te puedes llevar hasta 500 pesos en un día, pero a veces es menos”.