Desde niño le llamó la atención el volante
A los 17 años Hugo Castro se vio en la necesidad de aprender a manejar para que al cumplir la mayoría de edad empezara a trabajar como operador del transporte público y ayudar a sus papás con los gastos de la casa.
“Me enseñaron a manejar a los 17 años y cuando cumplí los 18 empecé a trabajar. Por eso ya no seguí estudiando, pero de por sí los carros grandes me llamaban la atención; me gusta este trabajo, aunque a veces de plano te vas sin un peso”.
Hugo terminó sus estudios de nivel básico y aunque ahora, que ya gana su propio dinero podría continuar sus estudios, dijo que su edad lo desanima porque ya pasaron varios años sin estudiar y le sería difícil concentrarse en las clases.
“Mis padres no me pudieron dar la prepa y me puse a trabajar, aunque me hubiera gustado estudiar, pero ya no se pudo y después me gustó el dinero, y ahorita ya me da pena porque creo que ya estoy grande y ya no será lo mismo”.
Hugo está detrás del volante por lo menos seis días a la semana, maneja de 14 a 15 horas diarias y aunque asegura que le agarró el gusto a este oficio, confiesa que a veces llega a su casa con 80 o cien pesos, o de plano en ceros, ya que todos los días entrega una cuenta y el dinero para el combustible.
Dijo que sus ingresos económicos disminuyen porque diariamente al menos cinco personas no pagan su pasaje y otros pagan cinco pesos, porque muestran su credencial del Inapam.
“Hay gente que se sube y no paga su pasaje. He visto entre cinco y seis personas que dicen ‘ahorita te pago’ y no lo hacen, algunos que ya los tengo identificados les digo, aunque me da pena, pero si estoy trabajando es porque necesito el dinero”.