Desde niño soñaba con ser chofer
Desde que era un niño, Arturo ya sabía que de grande quería ser chofer, pues deseaba seguir con la tradición familiar, ya que sus tíos, hermanos y primos trabajan en el transporte público.
Arturo Velázquez Domínguez terminó sus estudios de nivel básico, y aunque tuvo la oportunidad de estudiar una carrera profesional, dijo que no la aprovechó porque quería ser chofer.
Cuando estudiaba la primaria, durante el periodo vacacional, acompañaba a sus tíos a su trabajo. Arturo se sentaba a un lado del operador para aprender a manejar.
Aunque era testigo de las ausencias de sus hermanos en fechas importantes y de las largas jornadas que dedican al volante, afirmó que no fue impedimento para dedicarse a este oficio.
“En las vacaciones me la pasaba en la ‘ruta’ y cuando terminé la secundaria ya no quise estudiar y aprendí a manejar, después me ofrecieron trabajo y acepté porque desde niño me gustaba esto. Aunque es cansado y estresante, más que nada con la gente y el tráfico, pero es algo que tenemos que aguantar porque es parte del trabajo”.
Algunos pasajeros -dijo- se molestan porque maneja despacio, lo que no saben es que tiene que respetar el tiempo que le indican en la base y otras personas se quejan con el chofer cuando hay pocas unidades en servicio, especialmente los fines de semana.
“Aquí trabajamos un mes y descansamos cuatro días, pero son jornadas de más de diez horas diarias. Llegas a la casa, cenas, te bañas y te vas a dormir, porque al otro día hay que salir temprano y a veces dormimos cuatro o cinco horas”.