Eduardo les aconseja manejar con precaución y tratar bien a los usuarios.
Eduardo Zaragoza Flores tiene siete hijos; cuatro hombres y tres mujeres, y ya que los varones no quisieron estudiar una profesión, les enseñó un oficio.
Alexis, Luis, Daniel y Carlos, trabajan desde hace varios años como operadores en la Ruta 3, en la misma organización en la que labora Eduardo, desde hace 27 años.
Alexis es el mayor de los hijos y con mucho esfuerzo logró terminar la primaria, pues desde niño mostró interés por aprender a manejar, relata Eduardo.
“Aquí conmigo (en la Ruta 3) tengo a mis cuatro hijos. No quisieron estudiar y desde chiquitos me veían en este trabajo y creo que desde ahí les nació el gusto por el volante; les enseñé a manejar, pero siempre les dije que ser chofer es una responsabilidad muy grande”.
Por eso, afirmó, diariamente les aconseja manejar con precaución y tratar bien a los pasajeros.
Eduardo, es más conocido como “chiquillo”, ya que incursionó en el sector transporte antes de cumplir la mayoría de edad.
Él y sus hijos llevan tatuada esa frase en su antebrazo, pues también empezaron como choferes desde jóvenes.
Refiere que está a gusto en este oficio y seguirá al volante hasta que el cuerpo aguante, porque se acostumbró a la rutina. Sin embargo, señala que es una labor cansada porque su jornada empieza a las cinco de la mañana y termina a las nueve de la noche.
“Es estresante porque lidiamos con el tráfico y la gente que está de mal humor. Nosotros trabajamos con un tiempo que nos dan en la base, pero a veces hay accidentes y es cuando tenemos que correr para llegar a tiempo con el checador, de lo contrario, hay que pagar 40 pesos por minuto quemado, y eso la gente no lo entiende y dicen que manejamos como animales”.