“Creo que desde niño quería ser chofer, pero nadie en mi familia trabaja en el transporte. Cuando era niño acompañaba a mi papá a su trabajo, que estaba cerca de una base de rutas y creo que desde ahí me gustó”, relató Carlos García.
Dijo que los primeros días no fueron fáciles, pero gracias a la capacitación que recibió no ha tenido percances automovilísticos.
“Los primeros días sentí mucha emoción y disfruto mucho mi trabajo, aunque hay pasajeros que no pagan y otros sienten que nos pueden humillar, pero no me quedo con esas cosas; lo dejo pasar y sólo hago mi trabajo”.
De su actividad diaria comentó que algunas personas le dicen “ahorita te pago”, pero no lo hacen. Además afirmó que cada día hay más personas que pagan cinco pesos porque aseguran que tienen la credencial del Inapam, aunque no la muestran al momento de abordar la unidad.
A decir del trabajador del volante, en los años recientes se ha registrado un incremento en el precio por litro de diésel, por lo que en ocasiones llega a su casa sin dinero, pues también tiene que entregar la cuenta a su patrón.
La ventaja de trabajar como chofer –dijo– es que puede descansar dos días porque su patrón no es exigente y está consciente de que si maneja cansado o desvelado podría ocasionar un accidente.
Afirmó que está a gusto en esta labor, pero admitió que le gustaría tener seguro social para su familia.