El recorrido a través de la historia de la ciudad de Cuernavaca, en el Estado de Morelos, se ha remontado por años a ser un paisaje natural empoderado por su topografía. La ciudad de Cuernavaca está ubicada al norponiente del Estado de Morelos, y es su capital. Es un asentamiento de larga ocupación cuyos orígenes como ciudad datan desde los tiempos prehispánicos de los tlahuicas, quienes le acuñaron el nombre de Cuauhnáhuac, y desde entonces ha formado parte de una importante red territorial. Sin embargo, nuestra ciudad se caracteriza por la formación geológica que da lugar a las nacientes barrancas, escenarios llenos de ecosistemas que hacen de Cuernavaca una ciudad única.
Llevo muchos años viviendo en Cuernavaca, pero no siempre fue así, mi infancia se remonta a la desnombrada ciudad Distrito Federal, hoy Ciudad de México. En mi infancia solía venir con mi familia a pasar el fin de semana en la que hoy es mi hogar. Recuerdo con gran alegría sentir el clima semihúmedo de la ciudad, lleno de vegetación, junto con los cantos de la naturaleza. Esto fue gracias a la topografía que proporciona el territorio. Las barrancas se encargan de regular la temperatura de Cuernavaca debido a la circulación de los vientos, por tal motivo es de suma importancia el cuidado de los ecosistemas que ahí habitan. Sin las barrancas, Cuernavaca sería totalmente diferente a la que hoy conocemos, porque aparte de regular el clima de la ciudad y de proporcionar una flora y fauna particular, esta define la traza urbana que, en urbanismo, a la traza de Cuernavaca y gran parte de su zona metropolitana la conocemos como traza de plato roto o irregular.
A pesar de que la ciudad capital de Morelos está repleta de colores, paisajes, remates visuales, vegetación, arquitectura, olores, clima, entre otras cosas, hoy el crecimiento urbano irregular ha hecho de la ciudad un territorio intransitable, con una constante invasión y contaminación de nuestro patrimonio natural, las barrancas. Estos problemas han existido por años, sin que ningún gobierno regule dichas prácticas. Tenemos que entender que Cuernavaca no es nada sin sus barrancas, y el cuidado de ellas debería ser prioridad para cualquier gobierno, pero también nosotros tenemos que educarnos, si es que queremos una mejor ciudad. No imagino cómo sería Cuernavaca sin sus barrancas, pero sí imagino un Cuernavaca con barrancas limpias, seguras y llenas de vida social.