Cuando los reflejos fallen, dejará el volante
Gerardo Romero conduce una unidad del transporte público desde hace más de 30 años, y aunque asegura que todavía tiene fuerzas para trabajar, afirmó que cuando sus reflejos fallen tendrá que dejar el volante para no poner en riesgo la vida de los pasajeros ni la de él.
Dijo que al cumplir la mayoría de edad empezó a laborar como chofer, un oficio que aprendió de uno de sus familiares debido a que sus papás no tenían recursos económicos para buscar una escuela de manejo.
“Desde adolescente soñaba con manejar camiones; veía los carros grandes y decía: ‘Un día voy a ser chofer’, y después empecé a manejar… Me gustó este trabajo y aquí sigo, pero hay que reconocer que es una labor cansada y estresante”.
Aunque durante unos años dejó el volante, dijo que al poco tiempo retomó esta actividad, pues obtiene mejores ingresos en la “ruta” que en un trabajo formal.
“Dejé la ‘ruta’ para hacer algo diferente, pero me di cuenta que este trabajo es noble y se gana mejor que en otro lado, así que decidí regresar y aquí estaré hasta que el cuerpo aguante o hasta que los reflejos me fallen”.
El trabajador del volante comentó que de todas las anécdotas que ha vivido en el transporte lo que más recuerda es un accidente automovilístico que tuvo, pues la unidad que conducía se quedó sin frenos, pero afortunadamente no hubo personas lesionadas.