La administración se define como la ciencia de combinar eficientemente los recursos de una empresa u organización, a fin de lograr el cumplimiento de los objetivos trazados. Hace cien años, Henry Fayol propuso el proceso administrativo, que consta de las siguientes fases: planeación, organización, dirección y el control.
El liderazgo o dirección de las organizaciones, sean públicas o privadas, es fundamental porque se encarga de tres funciones básicas, según Philip Crosby: define la visión u objetivos, gestiona los recursos necesarios y, finalmente, da seguimiento y apoyo para alcanzarlos.
Existen distintos estilos de liderazgo. Conforme la sociedad evoluciona, transitamos de los estilos autoritario, democrático, participativo, desarrollador, etc. A finales de los sesenta, se crea la teoría del liderazgo situacional, la cual señala que el estilo de liderazgo debe adaptarse al tipo de personas que forman parte de la organización. Es decir, no hay un estilo único aplicable, sino que se adapta a cada persona que colabora con el líder.
La última versión de la norma ISO9001, incorpora la medición del entorno como un requisito más, esto en respuesta a los rápidos e importantes cambios que se han venido sucediendo. Como parte de esa transformación, los derechos humanos se han convertido en fundamento de la convivencia social. Se reconocen en la Carta Magna, en la Ley Federal para prevenir y eliminar la discriminación, así como en la norma oficial mexicana no. 35, está última referida al análisis y prevención de los factores de riesgo psicosocial en las organizaciones.
Así, la administración se humaniza y el liderazgo moderno incorpora impulsa la gestión del talento humano, lo que significa que las personas, desde su reclutamiento y selección, hasta su jubilación, deben crecer con la empresa, desarrollarse y aportar su talento, no solo su fuerza de trabajo. Implica desarrollar un plan de carrera que acompañe al colaborador durante toda su vida laboral, empatando sus metas personales con las organizacionales.
El reto para el líder es combinar el logro de resultados con la empatía hacia las personas. Tener claro que, contrario a los tiempos pasados, hoy la pirámide organizacional se invierte: los clientes son la base de la pirámide, luego los colaboradores y al final el líder. El directivo sirve y apoya a la organización para atender mejor a los clientes, garantizando así su supervivencia.